[Capítulo 3]

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3.

— Mano, tengo hambre. — se le queja Nelson a Víctor.

— Mano, yo también. — le contesta el moreno.

Y yo...

— ¿Qué hacemos? — cuestiona Nelson.

Víctor se queda pensativo unos segundos.

— ¿Le pedimos permiso a producción para salir a comer por ahí? — interviene Gabo.

— ¿Y para dónde vamos? — pregunta Víctor.

— No sé, mano. — dice el catire. — ¿Ustedes qué restaurante nos recomiendan para que vayamos a comer?

— Depende de lo que quieran comer. — opina Valeria.

Gabo le mira la cara a los otros dos.

— No sé, yo quiero comerme una hamburguesa bien full con refresco. — comenta Nelson.

Irgaa, súper fitness el Nelson, vale.

— Nah, yo quiero pollo frito con ensalada y arepa. — ésta vez comenta Víctor.

— Bueno, lo de Nelson lo venden en la calle del hambre en todos los kioscos. — informa nuevamente la rubia Valeria. — En cambio lo de Víctor, está difícil. De verdad que no estoy segura, pero en habaneros creo que lo venden.

— Sí, en habaneros lo venden. — afirma Karliam.

— ¿En cuánto? — pregunta Víctor.

— Como doscientos mil bolívares, más o menos. — dice mi hermana.

— Mano, vamo' a hablar con la gente. Tengo burda de hambre y la comida de aquí no vale la pena. — propone Nelson.

— Vamos pues. — y comenzamos a caminar dentro del agua hasta la orilla, para salir de ésta.

Bueno amigos, aquí es cuando la incomodidad crece. Uno se siente incómodo porque ajá, ellos hablan de que van a salir a comer y tal, y uno aquí, escuchando su conversación.

— ¿Quién va a hablar? — pregunta Gabo.

— Dale tú. — dice Nelson.

— Si ajá, ustedes se están muriendo de hambre y yo soy el que tiene que pedir permiso. Anda tú. — se defiende el catire y yo sonrío.

Saco las dos toallas del bolso, le paso una a mi hermana y me envuelvo en la otra.

— Vamos mano. — Víctor invita a Nelson.

— No vale, dale tú. Yo me quedo aquí con Gabo y las muchachas. — éste sonríe y Víctor se va.

Me siento al lado de Nelson.

— Ay vale, a ti como que te da miedo pedir permiso a tu papá. — mi voz sale llena de burla.

Él voltea y fija su mirada en mi rostro húmedo.

— No, princesa, nada que ver. Solo me quise quedar aquí a pasar tiempo con ustedes. — me sonríe.

Sí Luis. A otro perro con ese hueso.

— Ay sí, tan lindo el Nelson vale. Me encanta tu amabilidad. — ironicé y él rió.

— Ah pues, ¿no me crees? — pregunta, mostrando esa sonrisa que siempre veo por sus storys. Esa sonrisa hipnotizadora que vuelve locas a todas las fans, incluyéndome.

Bajo la mirada a sus dientes, y nah, son blancos y derechos. Súper perfectos.

— Me da igual. — me encojo de hombros, restándole importancia.

Nos Enamoramos. // Nelson el Prince. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora