Capítulo 14

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ABI

Uno diría que lo primero que haces al despertarte —si has pasado un bonito momento con alguien la noche anterior— es recordar el momento y pensar en esa persona con una sonrisa en el rostro. Sin embargo, por alguna extraña razón, eso era lo último que había hecho. Me levanté con una sensación horrible de opresión en el pecho y tenía ganas de llorar. Sólo me tomó un minuto recordar el por qué. Aiden había vuelto a aparecer en mis sueños, y ya hacía tiempo que no sucedía. El sueño había sido similar a los que solía tener cuando se marchó a principios de verano. Él y yo juntos como una pareja feliz, y siempre me despertaba con la misma sensación que ahora, sólo que ésta vez no era solo tristeza. Ésta vez sentía culpa, mucha culpa. Y es entonces cuando recordé a Tyler y la noche anterior. ¿Por qué demonios me sentía culpable? Aiden y yo no estábamos juntos. Además, no me había sentido culpable cuando me enrollé con otros tipos en un intento de olvidarlo. ¿Por qué ahora? ¿Acaso era porque lo había vuelto a ver?
Hundí la cara en la almohada y grité con todas mis fuerzas. No tenía ni un poco de ánimos de comenzar el día, pero hoy era la maratón y debíamos de preparar todo. Me quité en edredón de encima y me senté sobre la cama. Eran las once de la mañana, lo que significaba que había dormido como diez horas. Tyler y yo no estuvimos tanto tiempo juntos, quizás una hora y media. Él tenía que encontrarse con sus amigos en los parques y a mi no me importó que se marchara. Prefería irme a dormir temprano para no estar hecha un zombie todo el día de hoy.

Después de despabilarme con un baño caliente, me puse unos jeans y un suéter negro que le había robado a Ashley algún día. Revisé los mensajes en mi teléfono, y como siempre, Amanda y James nos habían deseado un buen día en el grupo familiar, junto con una fotografía de los dos en la cocina. Extrañaba estar en casa. Me peiné un poco y también les envié una selfie. Era la primera en contestar. Mi aspecto no era el mejor, pero tampoco estaba tan mal.

Guardé el teléfono en mi bolsillo y salí de mi habitación directo hacia la cocina esperando que aún hubiese algo para desayunar. Cada dos semanas alguien se encargaba de hacer las compras de todas con una lista que todas escribíamos. Rebecca se encargaba de recibir el dinero, en partes iguales, de cada una de las chicas. Comprábamos prácticamente lo básico, y si queríamos algo en especial tendría que comprarlo cada una por su cuenta.

__¡Hey! __Vicky me saludó desde su lugar en la mesa y se llevó la cuchara, rebalsada de cereales y leche, a la boca__¡Cuéntamelo todo! __ordenó con la boca llena.

__Buenos días a ti también __reí entre dientes y abrí la nevera en busca de un bidón de leche__¿Dónde están todas?

No me había cruzado a ninguna de las chicas de la hermandad y tampoco había ninguna en la cocina. Tomé el bidón de leche y lo volqué en un tazón junto con cereales de chocolate.

__Están encargándose de lo suyo __Me apuntó con la cuchara cuando me senté frente a ella__No me cambies de tema __me fulminó con la mirada.

__Vale __reí ante su hostilidad__¿Qué quieres saber?

__Pues no sé... __comenzó a decir tranquilamente__¡Si te lo has follado! Por ejemplo __gritó.

__Sí, claro. Lo hemos hecho al lado del poste de luz __le tomé el pelo y ella puso los ojos en blanco__Ni si quiera nos hemos besado.

__¡¿Cómo que no?! __preguntó como si no hubiese otra posibilidad.

__No __me llevé la cuchara a la boca y Vicky me observó atónita mientras terminaba de tragar la comida.

__¿Y qué han hecho?

__Hemos hablado __me encogí de hombros__Parece que es un poco lento.

__¿Un poco? __se echó a reír__Hubieses dado el paso tú.

Bajo El Mismo Apellido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora