Capítulo 23

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AIDEN

¿Cómo era posible que un momento produjera tanto tristeza como felicidad?¿Cómo era posible que ambas coexistieran si eran completamente opuestas? Podía apostar que en el interior de mi cuerpo todas mis emociones estaban en guerra. Una guerra que ya había comenzado, pero que recién ahora tenía lugar su batalla más épica de todas.

Acababa de suceder lo que me había convencido que nunca sucedería otra vez. Como cuando una persona muere, sabes que nunca más volverás a verla, lo único que tendrás es su recuerdo. Algo similar sucedió con Abi. No es que nunca la volvería a ver, pero jamás volvería a sentirla de verdad, a besarla, a tenerla entre mis brazos. Lo único que tendría serían los recuerdos de cuando nos demostrábamos nuestro amor.
Y luego de creer que era imposible, nos besamos como si acabáramos de reencontrarnos después de tanto tiempo sin vernos, sin que nada hubiese pasado en el medio. Y fue...sensacional.

Aparté mi frente de la de ella, y la miré a los ojos. Necesitaba saber que esto era real, que no se iría a ninguna parte. Y ella seguía ahí, mirándome con lujuria y aún aferrándose a mi cuerpo. Quería decirle que la amaba, que me rendía, que la necesitaba a ella más que a nada en el mundo. Cómo si me hubiera leído la mente, acortó la distancia entre nosotros y volvió a besarme con desesperación. Deslicé mis manos por debajo de la tela que cubría su espalda y la atraje más hacia mi. Era como si necesitara que nos uniéramos, que fuéramos uno.
Creo que nunca había disfrutado tanto un beso en mi vida. Y me di cuenta de ello cuando el sonido de un teléfono nos interrumpió, y nos vimos forzados a separarnos.
¡¿Por qué?!

__Creo que es el mío __dijo alternando la mirada entre mis ojos y la toalla que cubría nuestros teléfonos.

Y así como así, nuestro momento había acabado.

Trepó las cortas escaleras y corrió hacia la esquina donde había escondido los teléfonos. Se secó las manos y con cuidado de no mojarlo, contestó poniéndolo en alta voz.

__¡Abi! Demonios, ¿Dónde estas? Dime que no te han hecho daño. ¿Estás con Aiden? Por favor dime que sí.

Escuchar la inocente voz de mi hermana, quien no tenía idea de lo que estábamos haciendo, me dolía en el corazón. Sobretodo después de lo que había sufrido por nosotros.

__¡No nos han hecho nada, pero casi nos atrapan! __sonrió y me miró de reojo__No te lo vas a creer... ¡Tuvimos que escondernos en una piscina!

__¡¿Qué?! __soltó una carcajada que se distorsionó en el parlante__¡Qué locura! Nosotros estamos en la suite. ¡Estos no podrían ser más cobardes!

Me eché a reír imaginando a Nathan flipando del miedo de que lo atraparan. Después de todo, eran cuatro tipos.

__¡Eh! Yo me plantaba a hacerles frente... si estábamos los tres, claro __Nathan se escuchó a lo lejos__Tengan cuidado al regresar __dijo Ashley por último y finalizaron la llamada.

¿Y ahora qué?

__Ten __recogí la toalla que ella había dejado en el suelo luego de coger su teléfono y se la ofrecí. Era la única que había.

Reprimió una sonrisa y la tomó para luego pasársela por los hombros.

__Larguémonos de aquí __dijo encarando la salida.

Recorrimos todo el camino hacia la suite en silencio. No nos cruzamos a nadie que nos regañara por estar mojando todos los pasillos y tampoco a nadie que quisiera golpearme.
Podía notar que Abi no estaba muy orgullosa acerca de nuestro pequeño momento, y quisiera que ella dejara de cargar con toda la culpa, que no estaba sola.
Nos detuvimos justo en frente de la puerta e intenté apreciar los últimos segundos antes de volver a la triste realidad. Me di la vuelta dejando la puerta a mis espaldas y a Abi justo frente a mis narices.
La toalla seguía cubriéndole los hombros y el pelo húmedo le caía a ambos lados, ocultando parte de su rostro. Deslicé mis dedos para acomodárselo detrás de las orejas y contemplé cada detalle como si fuera la última vez que la tendría así de cerca. Su mirada atravesaba mis ojos, pero su cuerpo seguía sin reaccionar. Quería que lo hiciera. Que dijera o hiciera algo.
Dejé caer mi brazo al costado del cuerpo y con las puntas de los dedos intenté rozarle la mano. La tomé y la acaricié levemente. Abi cerró los ojos y no sabía si estaba disfrutando del contacto ó más bien estaba sufriendo. De todas formas no tuve el tiempo de averiguarlo. Giré sobre mis talones a velocidad de la luz cuando escuché la puerta abrirse a mis espaldas. No me sorprendí cuando vi a Caleb aparecer tras ella. Miró sobre mis hombros y luego se volvió hacia mi. Dejó escapar una sonrisa y sacudió la cabeza.

Bajo El Mismo Apellido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora