PAST

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Bajo un cielo oscuro con amenazantes nubes grises, nuestro transcurso hacia ese departamento fue sumido en una charla sin palabras.

Pero, no íbamos solos claro, la tensión y la incomodidad parecían echar buenas migas en el asiento trasero. La respiración se desvaneció poco a poco, igual que si no estuviéramos solo nosotros dos en el auto; como si veinte o treinta personas más estuvieran dentro, el aire se sentía como si lo compartiéramos con todos ellos. Escaso, podía percibirlo huyendo de mi pecho dejándome exhausta. 

De haber sabido lo que hacía, Finn se habría dado cuenta que desde que me lo presento en el pasillo del hospital, acababa de abrirse en el fondo de mi ser, una herida que todos estos cuatro años intente por dejar en el pasado y por una especie de milagro, anhelar que un día, simplemente ya no lo recordará más. Sin embargo, por obra de Dios o del Diablo, esperaba a que el semáforo tornara la luz verde para avanzar hacia la casa de la hermana de Chris.

Aunque, para él solo había sido la mejor solución de que no me quedara en una silla frente al cuarto de Piers durante mi estadía y que por lo cerca que estaba, tendría la facilidad de venir a verlo las veces que quisiera.

Una zona con más exclusividad aparente al suburbio al que me había acostumbrado se comenzó a divisar conforme nos acercábamos al destino.  Altas y verdes, paredes  de arbusto rodeaban las viviendas dándole un toque de privacidad de modo ambientalista. Bien podados, nada sobresalía más que una u otra flor que ahí había crecido. Y por fin, detuvo la camioneta frente a una casa de dos pisos de color blanco. 

Todo me pareció tan surreal, era lindo, denotaba elegancia y sencillez en una muy combinada sincronía. 

Baje del vehículo mientras él, que se había ofrecido en silencio a tomar mi maleta, la traía hacia el portón plateado. Paso delante de mi y en un ademán me invito a pasar. Piedras cafés y ocres, dibujaban el camino hacia la gran puerta marrón.  

Cuando escuche el portón cerrarse a mis espaldas mi corazón empezó a palpitar con tal fuerza que se escuchaba sonoro en mis oídos y de ahí, recorría el resto de mi cuerpo con un ligero, pero persistente temblor.

De cierta manera me alivio saber que no era la única que estaba nerviosa. Cuando vi a Chris no poder meter la llave a la cerradura por tercera vez, supe que el encuentro tal vez también lo había tomado desprevenido.

Cuando me invito a pasar una vez que logró empujar la puerta con mi maleta, comencé a pensar que al hacer este viaje nunca imagine que estuviera precisamente en esta base o que justo fuera él, el capitán del equipo de Piers. 

Siempre que me contaba algo, le pedía que no me diera nombres, que no me diera siquiera descripciones de nadie; que solo me interesaba lo que acontecía con él, pero con los demás soldados, no. Y aunque se sorprendió un tanto por mi petición, acepto sonriendo de lado sin decir más que, realmente odiaba a los soldados en un tonito de ironía. Así que jugando le dije que la razón por la que no lo odiaba a él, era porque para mi era un francotirador y no un soldado.

No obstante, si ya me había encontrado con Chris, eso daba carta blanca a que también me pudiera encontrar a Jill o a uno de esos médicos y científicos que durante ese tiempo me...

—Espero que durante tu estancia, sea de tu agrado. — dejo la maleta en el suelo y avanzo para colocarse frente a mi.

—No puedo negar que es una casa hermosa, sin embargo —baje la mirada al parecerme que se estaba acercando—, no tengo intención alguna de quedarme si tu también estarás aquí.

Al fin y al cabo esta era su casa, o de su hermana, o como fuera, pero podía entrar y salir cuando se le diera la gana y yo no estaba en el estado emocional adecuado para soportar eso. No después de todo...

The reflection into mirrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora