UNCONDITIONALLY

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No pude creer que ya hubieran pasado cuatro años desde entonces.

Luego de toda esa oscuridad, finalmente, la luz me encontró y me ilumino el camino hacia él.

—¿Te ha gustado la sorpresa? —pregunto mientras sus ojos avellana se arqueaban junto a su sonrisa.

—Por supuesto que si, míralo es hermoso. —ese pequeño cachorrito era tan divino, que casi podía comérmelo a besos. Tan pequeño, lloraba mirando a su alrededor, pero, sabía que entre los dos, haríamos lo necesario para que se sintiera parte de la familia que conformábamos—. ¿Cómo te las ingenias para hacerme tan feliz?

—Por que soy un genio. —ladee el rostro al oírlo y pronto sentí su beso en mi frente.

La sala decorada de globos en tono pastel, el pastel de vainilla y fresas al centro de la mesa y las paredes con esas notitas que tenía solo palabras bonitas en ellas, era perfecto. Todo él lo era. Piers, era mi mejor regalo.

Luego de estar juntos, siendo arrullada por su respiración al estar recostada sobre él, sentí que si él era la recompensa luego de todo lo que pase; probablemente, entonces todo había valido la pena.  Él si me amaba y yo lo amaba aun más. 

Y lo más importante, Piers no la conocía. No tenía ni idea de que Elizabeth alguna vez existió sobre la faz de la tierra y eso lo podía confirmar por que en su mirada al verme, solo estaba yo.

Luego de haber huido de ese infierno, me cambie de ciudad a la que estaba más lejos de una central de la BSAA; pero, teniendo que ganarme el pan de cada día, conseguí trabajo ayudando a una tierna señora. Sin embargo, cuando lo vi llegar uniformado, temí. Un pavor se apodero de mi alma al ver de nuevo ese logo, no obstante, en el primer momento en que cruzamos miradas... Para mi, ni el bien ni el mal que me hicieron importo más. 

Piers se hizo a la idea de la pequeña mentira que le dije al comienzo. Odiaba a los soldados porque odiaba la guerra, para él, yo era una pacifista empedernida, aunque no del todo estaba más alejado de la realidad. 

La última misión lo había alejado tanto tiempo de mi, que ahora estar entre sus brazos, era como estar en el cielo.

Su brazo rodeo mi cuerpo pegándome a él y sonreí a su tacto. Contemplé sus parpados cerrados que placidos dormitaban todavía. Pero, no estaba dormido del todo o por lo menos, no cierta parte de él.

—¿Estás seguro de estar dormido? —sobre él, un poco traviesa rocé sus labios con los míos y luego besé su nariz—. ¿Completamente dormido? —sin respuesta, pero con una sonrisa que se empezaba a asomar en su rostro, reí para mis adentros—. Yo que había pensado en que podíamos hacer el amor otra vez...

Girándome sobre su cuerpo, me besó profundamente robándome el alma.

—Te gusta tentar al Diablo, ¿Verdad?

—Algunas veces.

Su mirada avellana más oscura ahora, más salvaje y apasionada; era lo que veía y me perdía en ella. Ahora mi cuerpo era sumiso ante su voluntad, me sometía ante él porque lo quería.

The reflection into mirrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora