CAPITULO 18

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Su carné de baile estaba atiborrado, en el había apuntado tanto hombres solteros, como casados y viudos.

Cuando lo saco para apuntar según ella su primer compañero de baile no contó con encontrar allí el nombre de William, quien minuciosamente había apuntado su nombre junto a dos piezas de baile, una de ellas un vals, no imaginaba como pudo escribir en su carné sin que ella se diese cuenta, sería quizás... Si... Seguramente cuando ella le dió su cartera forrada en seda para subirse al carruaje, ahora que lo recordaba el demoró en subir, ¡Ese rufián aprovechaba cualquier oportunidad! Lastimosamente no podía recurrir a arrancar la hoja, tendría que bailar con el si o si, además tenía que hablar con el sobre lo ocurrido en el despacho con su padre.

La orquesta se estaba acomodando nuevamente después de un pequeño tiempo de descanso, se organizaron  estratégicamente estaba vez en dos puntos del salon, cada grupo contaba con alrededor de diecisiete músicos, se veían listos para empezar en cualquier momento, se adelantó a tomar alguna bebida del gran bufete que que estaba en una esquina del salón, antes que empezara el baile y luego no pudiese beber nada, se la había pasado buscando a Christine quien no apareció en lo que iba la noche, le extrañaba que la familia no hiciese acto de presencia, ellos raramente perdían velada, al acercarse pudo distinguir a la viuda Hamsley, un poco ataviada por haber derramado el líquido que contenía el vaso sobre la falda de su vestido.

—Puedo ayudarle si gusta— se ofreció Isabelle acercándose con su blanco pañuelo.

—Yo... Bueno... Gracias, no me he fijado. — parecía nerviosa y un poco tímida para ser viuda pensó Isabelle, pero eso no impidió que la ayudase.

—A todos nos pasa no tiene porqué preocuparse, yo un día derrame mi vino tinto sobre el vestido Lady Herschel — Dayanne la miro sorprendida de la forma tan tranquila  que hablaba, podía jurar que le causó gracia al recordarlo, Lady Herschel era una dama de edad madura y modales refinados, además de ser conocida como una de las mejores casamenteras.

¿Sería eso lo que su madre había dicho de los escandalosa que era y por eso no había contraído nupcias o indicios de un cortejo formal?

No me imagino como se pondría —el solo pensar en derramarle algo a alguna persona la horrorizaba, eso sería un insulto tan grande que seguramente no dejarían de hablar de ello en toda la temporada.

—¡Escándalos allí, cotilleos por allá! Que va, de alguien tendrían que hablar no. — se detuvo para sonreírle — ya estuvo, como nuevo.

—Gracias, quedó perfecto pasa desapercibido.

La orquesta empezó a tocar la pieza de cortesía para que los hombres fueran a buscar su pareja, mientras el director indicaba que pieza seguia, Dayanne saco su carné azabache lo que indicaba claramente el estatus de mujer viuda, lo contrario de Isabelle que su carné era color nacar que denotaba que era una mujer soltera.

—Con quien te corresponde bailar esta pieza. —pregunto curiosa Isabelle.

—Con Víctor del pozzo duque de Parma. — Isabelle miro intrigada porque no lo había escuchado antes. —solo se que es italiano.

La gavota comenzó a emitir sus melodiosas notas haciendo que resonarán por todo el salón y parte de los jardines, las parejas se fueron acercando al centro del salón y tomando su respectivo lugar, las damas solteras se ruborizaban ante los caballeros con los que iban a bailar y ellos les correspondían con una sonrisa galante.

Isabelle observó cómo se acercaba un hombre alto y contextura delgada, tenía una fina capa de vello en el rostro, el cabello negro estaba atado en forma de cola de caballo, saludo a las dos jóvenes y se llevó de brazo a la joven viuda, supo enseguida que se trataba del duque de Parma.

El salón se estaba haciendo menos espacioso, para Isabelle ya era incómodo no tener lugar para moverse, estaba a punto de marcharse del lugar, claro, en cuanto pudiese salir victoriosa y completa de aquel estrecho lugar, cuando sintió que su cintura fue tomada por la parte de atrás, iba a girar para refutar cuando al oído escucho esa voz familiar que la hacia subir al cielo para luego ser tirada.

—Esta es nuestra pieza —su voz se escucho un poco ronca, Isabelle pensó que seguro era por haber bebido algún licor, ya que su aliento olía levemente a trago. —¿Me permites?

—Tengo otra opción... —giro para refutar pero se dió cuenta del error al ver como los ojos de William estaban brillantes y su tono celeste se había oscurecido, pensó que se debía a la escasa luz de las velas, el aire pareció tornarse más cálido y su respiración más profunda, solo pudo abrir un poco sus labios pero no salió palabra alguna.

—No quiero que tengas más opciones —respondió rápidamente al tener su rostro cerca, la cálida aura que emitía Isabelle fue suficiente para no querer separarse de ella en ese instante, ¿Porque? No sabía, no quería saberlo, seguramente había sido la estrechez del lugar, quizás la música, prefirió soltar su agarre por la cintura y la tomo suavemente de su mano guiandola hasta el lugar donde estaban todos a punto de bailar.

La orquesta dió los toques de la primera ronda de piezas para el baile, era magnífico ver cómo había coordinación entre tantas personas. Todos ellos instruidos desde muy pequeños en el baile, cada movimiento estába calculado, sus pasos rápidos y ágiles hacían que valiera la pena asistir a cada evento, este como otros daban inicio a una temporada más para londres, donde docenas de mujeres entre viudas y solteras terminarían en dar si en el altar, también habría cotilleo y uno que otro escándalo, no faltaba la que fuese excluida por la sociedad al no darse el puesto de dama, tampoco faltaría las que al finalizar esta época terminará soltera por el resto de vida, ahora en adelante solo había tiempo para pensar en bailes, fiestas, competencias, tardes de té y mucho más.

—Dejame decirte que bailas muy bien —halago William a su acompañante

—Lo se, fui formada por una de las mejores institutrices. —  contesto sin detenerse, paso, giro, cambio de pareja, paso, giro...  — Y no te atrevas a decir que mis modales son pésimos, porque también cuento con ellos, solo  que yo decido con quién ser una dama.

William no supo que decir, parecía tan frágil pero al mínimo intento de debilidad de su adversario sacaba sus armas y atacaba sin importar nada.

Se dedicó a contemplarla mientras bailaba, pudo notar como sonreía con las otras parejas de una manera natural, sincera, diría que hasta bondadosa, quien era ella, lo estaba intrigando de una manera tan escalofriante.

Un Destino Prometido (Serie Nobles Desamores I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora