- CAPITULO 52 -

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Luego de recibir la misiva de parte del cuervo los tres hombres partieron hacia Norwich quedaba lejos, así que lo mejor era apurar su paso, al menos ya sabían con quién estaba y quién era ese hombre, aunque estaban lejos eso los calmaba un poco.

William y Carlos se mostraron más agotados que Lord Berry, aunque los tres no habían podido dormir mucho, el agotamiento físico por haberse peleado y el dolor en su cuerpo les estaba afectando a ellos dos a gran medida. En la entrada a un pequeño pueblo se hallaba una casa vieja, lo mejor era darle unas cuantas monedas al dueño del lugar a cambio de comida, era mejor que entrar y llamar la atención, un carruaje pasando por aquel pueblo quizás no era notorio, pero tres aristócratas evidentemente cansados a caballo y de paso dos con moretones, seguramente llamarían mucho la atención, así que era mejor descansar un poco, al menos hasta que amaneciera, a pesar de las tres opiniones la idea de Lord Berry de descansar un poco en esa vieja casa fue lo más sensato.

—El hombre dice que no hay problema alguno, podemos tomar un baño mientras llega su esposa. - Lord Berry había negociado la estadía por unas cuantas horas.

—Querido, fue un largo viaje pero valió la pena — dijo la mujer a su esposo tan pronto como se bajó del carruaje de alquiler, esté se encontraba en la entrada de la casa esperándola —¿Que sucedió? Nunca me esperas.

La mujer cabeceó a lo lejos hasta que vio tres caballos finos atados en el árbol de manzanas.

—¿Problemas? No me digas que...

—Calla mujer, son tres nobles que pidieron posada por unas horas, pagaron bien, así que te esperaba para que les hicieras algo de comer

—Suerte que traje provisiones —respondió la mujer ya más relajada.

Para no molestar a los señores entraron por la puerta de la cocina, el hombre le había dicho a su esposa que ellos se estaban bañando en la habitación que estaba vacía, allí les había llevado agua para que se asearan tranquilos, ademas reposarian un momento en los catres.

—¿Viejo? no te parece raro que tres nobles descansen en una choza como está. — pregunto la mujer mientras colocaba la masa para el pan en el horno.

—Es raro, pero ¿Qué podemos perder? además necesitamos el dinero — respondió el esposo tranquilamente —Voy a traer agua, no te demores con la cena.

La mujer asintió y se dispuso a preparar la cena, aunque, sabía que no sería una cena que acostumbraban aquellos caballeros. Ellos estarían atendidos por los mejores sirvientes, ademas de utilizar las mejores lozas, cubiertos de plata, copas de cristal y acompañados por una escandalosa cantidad de sirvientes, sin mencionar que la mesa hubiese estado atiborrada de carnes de diferentes tipos y preparaciones que ella en la vida se imaginaria en comer; Su intriga se agrando al ver su mesa con solo una clase de carne, pan, sangría y un sudado de papá, quien dejaría las comodidades para terminar en una humilde cabaña, bañándose en un cuarto sucio y comiendo lo que una campesina con mucho esfuerzo había comprado en el mercado del pueblo.

El mundo estaba enloqueciendo, pensó mientras caminaba hacía el cuarto donde los hombres estaban, espero mientras alistaba la mesa a qué su esposo llegará para que él fuese quien los llamara, pero como era la costumbre cada que iba en busca de agua tardarse de más, no le quedó más remedio que ir ella misma.

—¿Cuánto nos tomara en llegar a esa ciudad? — la pregunta de William había sacado de sus pensamientos a los dos hombres que trataban de no desanimarse.

según mis cálculos, estaremos al final de la noche de mañana. — respondió Carlos aún con la mirada perdida.

¡Es mucho tiempo! a ese paso no encontraremos a Isabelle.

Un Destino Prometido (Serie Nobles Desamores I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora