- CAPITULO 7 -

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Al día siguiente Isabelle se levantó temprano y se alisto rápidamente, por suerte sus vestidos no necesitaban de mucha ayuda para colocárselos, ya que todavía no estaba usando esos terribles corsets para achicar su cintura, esta vez no llevaba un vestido de los viejos, llevaba uno de color amarillo claro, con mangas que llegaban al codo, con encajes blancos en el pecho y la silueta era más ajustada que los anteriores, su abultada falda tenía varias capas y cada una de ellas tenía un bordado en el orillo; Este vestido era de Christine y lo había usado la temporada pasada, pero era mejor que los que normalmente usaba, se lo había dado para que se fuera adaptando de a poco al cambio, y por primera vez en cinco años Nina le había tejido el cabello en una larga trenza abultada que caía en su espalda hasta llegar a su cintura, en el inicio de su trenza le había colocado unas horquillas que eran parte del vestuario nuevo, de verdad se veía encantadora, pero no reluciente, eso lo dejaría para el baile, ese día si deslumbraría a todos y daría más de que hablar.

—Te ves muy bien mi niña, — dijo su doncella con una sonrisa gigante. — ya está listo el carruaje, podemos irnos cuando usted quiera.

—Vámonos ya, quiero terminar con esto de una vez por todas. — con algo de nervios se adentró al carruaje, sabía que era egoísta porque en el fondo de su corazón quería casarse con William, ese había sido su sueño desde que lo conoció, pero... le asustaba las consecuencias que traería, ya que eso solo se daría por la enfermedad de Emma.

Al llegar pudo contemplar la mansión de Windsor, por su padre supo que era una casa que había pasado por varias generaciones y aunque su estilo era actual, conservaba ese toque del siglo pasado.

Camino hasta la entrada a paso lento, quería demorarse en afrontar la realidad, pero en esos momentos el tiempo le fallo y a pesar de estar a una distancia razonable, llego rápido hasta la entrada de la mansión.

—Buen día damas, ¿les puedo servir en algo? — pregunto el mayordomo con cierta empatía.

—Buen día señor, estoy buscando a Lady Emma. — tomo aire, le aterraba ver a Emma, no sabía con que se encontraría. — por favor, dígale que Isabelle Chaney la busca.

—En seguida señorita, por favor sigan al salón, ya la anuncio Lady Chaney. — señalo hacia el interior de la casa en una pequeña sala, por la decoración azul claro pensó que sería la estancia de ella.

Lo que duro en que llegara Emma a la pequeña habitación, a Isabelle le parecieron eternidades, quería saber si en realidad ella estaba enferma y también quería saber que tan cierto era sobre la ruina de su hermano, quería asegurarse primero antes de tomar una decisión, pero si lo que el conde decía era cierto ella estaría completamente dispuesta a aceptar ese absurdo acuerdo.

Realmente quería ayudarla, no soportaba ver como esas enfermedades consumían a las personas en cortos tiempos acabando con su vida y la de sus seres queridos, se acordó de su madre; cuando enfermo nadie lo había notado, ni ella, que era tan cercana a su madre, pero la marquesa sabia disimular muy bien su pesada carga; cuando notaron su enfermedad ya estaba muy grave para que pudieran hacer algo, el cólera había agotado sus energías y a esas alturas su estómago no podía sostener nada, por más que su padre y ella hicieron no pudieron hacer nada, la enfermedad la había consumido, isabelle se echó la culpa de lo sucedido y aunque ya habían pasado los años no dejaba de culparse y ahora que ella podía hacer algo para ayudar a alguien lo haría, así llevara su vida al pozo más profundo.

—buen día Lady Isabelle, que placer tenerla de visita. — saludo con una reverencia y se sentó en uno de los muebles frente a ella.

—Buen día, Lady Emma, y por favor, solo dime isabelle — saludo, le dio una pequeña sonrisa, pero sus ojos se cargaron de tristeza.

Un Destino Prometido (Serie Nobles Desamores I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora