Prólogo

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Un libro cae al suelo, mis brazos sostienen demasiados. Dejo los demás libros sobre la mesa y tomo el que antes había caído para después colocarlo sobre la mesa junto a los demás.
Tomo una silla y decido sentarme a leer cada libro, estoy en vacaciones, falta poco para comenzar las clases y mi madre me dio permiso de pasar el día entero haciendo lo que me gusta, leer.
Mi madre se llama Park Ha- neul, es cocinera. Mi padre Chung -Hee es profesor de inglés en un prestigioso Instituto de Corea. Yo soy estudiante, tengo dieciséis años, mi nombre es Park Jimin.

Paso página por página e intento concentrarme en la lectura pero alguien capta mi total atención, un chico de unos veinte años se sienta en una mesa cercana a la mía, viste una ropa poco ajustada de colores oscuros, sostiene en sus manos un libro, el color rojo de la tapa hace una perfecta imagen con sus manos, su piel es pálida.
Me pongo de pie y sin pensarlo camino hasta su mesa, me siento a su lado y me propongo hablarle.

— ¿Qué lees? — pregunto tratando de no sonar tonto o indebido.
— Pues, un libro — responde sin prestarme atención.
— Eso lo se — digo riendo un poco para evitar la tensión — ¿Cómo se llama?
— Realmente no lo se — dice cerrando el libro — Trata sobre un chico que conoce a otro en una biblioteca y empiezan una relación demoníaca.
— Eso es... raro — digo mordiendo mi labio —  Soy Park Jimin.
— Min Yoongi — dice y dirije su mirada hacia mi — Me encantan tus ojos..
— G-gracias — digo mirando hacia otro sitio — Lo siento, nadie nota mis ojos. Son de un color, totalmente normal.
— No lo digo por el color — dice y siento sus dedos sobre mi barbilla — tienen algo que logra atraerme, como si me llamarán.
— Estas loco — rio un poco.
— Las mejores personas lo están — sonríe.
— Alicia en el país de las maravillas — sonrió — me gusta.
— Sabes — dice posicionando sus ojos en el libro — creo que esto fue obra del destino, tu y yo debemos estar juntos.
— ¿Destino? — pregunto con nerviosismo — sólo es casualidad.
— Nada es casualidad, el destino tiene planes para todo y todos. — me dedica una sonrisa antes de ponerse de pie e irse sin decir nada.

Ese chico ha llamado mi atención, como si el destino nos hubiera puesto en el mismo camino, quizás en mucho tiempo nuestro camino se vuelva a unir, otra vez.




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