Raphol

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-Eres duro. -Dijo Raphol al ver a Dean levantándose sin temor alguno. -Pero ya he asesinado a tipos más duros que tú antes. -Añadió con una sonrisa sádica, relamiéndose.

-Si se dejaron asesinar por un debilucho como tú, entonces... No serían como yo. -Dean respondía con una sonrisa a las amenazas de su rival, mientras se preparaba de nuevo para reanudar el combate. 

Raphol soltó una fuerte carcajada que llamó la atención de todos en aquella taberna, que comenzaron a comentar lo que sucedía.

-Ese mocoso... ¡Está loco! ¡Hará que nos maten a todos!

-¿Acaso no sabe quién es Raphol? ¡Nadie en esta aldea puede oponerse a ese hombre! 

El miedo era evidente, aquella gente parecía tener un profundo temor a aquel hombre, pero a la vez, un odio aún más profundo. Y aquel odio, pronto se convertiría en esperanza...

-Pero... ¿Y si le gana? ¿Y si puede librarnos de él?

-¡Imposible! ... Aunque... Ojalá lo consiga... 

Ante los comentarios de aquellos aldeanos, el extraño grupo de personas que observaba la situación sonreía. El grandullón miró al resto con una mirada de complicidad, mientras daba un paso al frente.

-No vamos a dejar que se quede toda la gloria, ¿no? -El resto sonrieron al oírle decir aquello, y sacando sus armas, avanzaron junto a él.

-¡No! -Gritaron al unísono. 

En apenas unos segundos se colocaron al costado de Dean, quien se sorprendió de ver a aquellos inesperados refuerzos en su retaguardia.

-¿Quienes... ? -Sin poder acabar su pregunta, el encapuchado de las cuchillas respondió.

-Somos amigos. Nosotros nos ocuparemos de sus hombres para que no interfieran, así podrás pelear sin tener que mirar a tu espalda. -Unos inesperados amigos acababan de aparecer, y junto a ellos, se encontraba Burck empuñando su hacha.

-Ya los has oído, jefe. -Dijo con una sonrisa y con su enorme arma lista para abrir algunas cabezas. -¡Vamos! -Con aquel grito, Burck y los desconocidos corrieron a por el grupo de Raphol que se encontraba a sus espaldas, pasando por los costados del jefe bandido. Él, se limitó a sonreír mientras avanzaban, sin tratar siquiera de impedir su paso.

-No voy a proteger a mis hombres, si no son capaces de vencer, entonces merecen morir. -Con aquellas cruentas palabras, sus hombres temblaron de miedo, pero a la vez, se envalentonaron al oír a su jefe confiar en ellos. A las espaldas de Raphol, una feroz batalla comenzaba. Pero aquella batalla se decidía entre esos dos hombres que ahora se miraban el uno al otro.

-Parece que ahora no nos molestará nadie, Rophal. -Dijo Dean, confundiendo el nombre de su rival intencionadamente. 

-¡Es Raphol! -Gritó, enfadado, el bandido. Mientras perdía la calma, Dean había aprovechado para salir corriendo a por él, y tras una finta, lanzó una esfera de energía nuevamente, dirigida al pecho de su oponente.

Raphol esquivó con maestría aquel ataque, mientras lanzaba un corte a Dean, quien ya se había acercado lo suficiente para atacar. Con un rápido movimiento, Dean bloqueó con su guantelete la espada de Raphol, algo que sorprendió al bandido, que sin tiempo para reaccionar, vio como un corte cruzó su pecho.

-Agh... -Raphol retrocedió unos pasos, clavando una rodilla en el suelo y llevando su mano izquierda al pecho, solo para que acabara impregnada de sangre. -Ese guante si que es duro, ¿eh?... -Dijo con una sonrisa mientras se reincorporaba, ahora ya sabía a que atenerse. Entendió que el guantelete era una especie de escudo, de modo que sus ataques no podían ir en aquella dirección, y no podía lanzarlos de forma apresurada. 

EriandorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora