Eriandor

Aventureros

Dean abrió los ojos después de un largo rato inconsciente. Se encontraba tumbado en la posada, rodeado por sus compañeros. El primero de ellos en darse cuenta de que se había despertado fue Burck.

-¡Jefe! -Gritó emocionado al verlo. -Me alegra ver que estás mejor...

-¿Estamos en la posada? ¿Qué ha pasado? -Preguntó tratando de confirmar su ubicación y de entender qué había sucedido para acabar allí.

-¿No lo recuerdas? Ese tipo, Shawn... Te derrotó. -Al decir aquello despertó las memorias de Dean, quien al instante recordó el rostro oscurecido de Shawn, diciendo que le llamara Shadow.

-Ah, sí... -Se llevó la mano a la cabeza, sosteniéndola. -Uff, me dio una buena paliza, ¿eh? -Una tímida sonrisa se esbozó en su rostro, y Burck devolvió el gesto.

-Sí, menudo jefe más inútil tenemos. -Respondió el cazador sonriendo. Ambos se miraron y rompieron a reír, la derrota no era nada de lo que preocuparse.

-¡Dean! -Un grito femenino se escuchó, y acto seguido Dean fue aplastado. Era Angie, quien se lanzó en plancha a abrazarle al ver que había despertado. -Estás bien... Qué alegría... -La joven había estado muy preocupada, pero al verle despierto incluso soltó unas lágrimas de emoción y alegría. Ahora sonreía otra vez.

-Hola Angie. -Dijo el joven, acariciando su cabeza y abrazándola con fuerza. -Me alegro de estar de vuelta. -Añadió sonriendo, pero la joven rápidamente le dio una colleja.

-¡No bromees! ¡No vuelvas a darnos un susto como ese nunca más! -Gritó enfadada, y Dean la miró con preocupación, pero al instante de estar mirándose fijamente, ambos volvían a sonreír.

Poco a poco todos los demás acudieron a ver a Dean, explicándole cada uno lo que había pasado poco a poco.

-¿Dos días...? -Aquel era el tiempo que Dean había permanecido inconsciente. Sin embargo, otra cosa llamó más su atención de la historia. -Así que quedé tercero, ¿eh? No está mal. -Dijo sonriendo tras oír la explicación. Todos rieron al ver que aquello era lo único con lo que se quedaba el aventurero.

-Ah, sí. Philleas dijo que cuando estuvieras recuperado le buscaras. -Comentó Buba.

-¿Creéis que quiere librar el combate que no pudo tener con Dean? -Preguntó Briron, pero Angie tomó la palabra rápidamente.

-¡De ninguna manera! ¡Dean no está en condiciones de pelear! -La joven provocó las risas de todos al ver cuanto se preocupaba por él. Incluso Dean esbozó una tímida sonrisa, como un "gracias" dibujado en su rostro, que sonrojó a la joven.

-Está bien, iré a verle. -Dean se levantó lentamente de la cama, aquejado por sus heridas, pero bastante recuperado.

-Vamos contigo, jefe. -Dijo Burck, a lo que Buba y Briron asintieron al instante.

-¡Por supuesto! -Dijeron ambos al unísono.

-Vosotros solo queréis ver a la teniente Claudia... -Matizó correctamente Ratz, destapando sus oscuras intenciones, haciendo que todos rieran de nuevo.

-Cerdos. -Dijo una tímida voz desde la pared apoyada. Dean la reconoció, era la maga del torneo, Fleah. Miró a Burck buscando una explicación, y su viejo amigo pronto le sacó de dudas.

-Esta preciosa joven ha decidido acompañarnos. Yo le dije que por mí no había problema, aunque por supuesto depende de ti, jefe.

Dean calló durante unos segundos, y se acercó a la joven caminando despacio. Ella se puso nerviosa, pensando en cómo demonios iba a aceptarla cuando acababan de ser enemigos. Era algo impensable. 

Dean alzó lentamente el brazo, agitando aún más a la joven, hasta que este quedó extendido al frente. Le estaba tendiendo la mano.

-Bienvenida. -Dijo con una sonrisa.

-Gra... Gracias. -Replicó ella, agarrando su mano con fuerza.

Ya era oficial, Fleah se había unido al grupo.

-Bien, vayamos a ver a Philleas. -Comentó Dean, abandonando la posada junto al resto.

En pocos minutos, toda la comitiva llegaba al palacio real de Damiria. Era un edificio de estilo neogótico, con una fachada pintada de claros colores, beige y carnación principalmente. Grandes ventanales adornaban cada pared, y una inmensa puerta acogía a los aventureros recién llegados.