Al fin todo estaba en calma, tras el combate los aldeanos dejaron atrás sus miedos y comenzaron a creerse finalmente que habían sido liberados del yugo de los bandidos. No sólo dejaron sus penas y miedos atrás, sino que incluso habían empezado una fiesta para celebrar la derrota de Raphol, y Dean, junto a sus compañeros, eran tratados como auténticos héroes. Sin embargo, como pronto aprenderían, en aquel mundo las alegrías solían ser pasajeras.
La noche pasó volando y dio pie a un nuevo día. El sol brillaba con fuerza, y la resaca aún hacía mella en los héroes de la aldea después de una noche de fiesta y alcohol. El primero en despertarse de todos ellos fue Dean, quien rápidamente buscó al dueño de la posada para investigar más acerca de aquel extraño mundo.
No tardó en dar con él, se encontraba en el abrevadero, cargando fardos de paja en dirección al pequeño granero detrás de la taberna.
-¡Oh, el joven héroe se ha despertado! -Dijo muy alegre al verle. Dean sonrió algo tímido y tomó el enorme fardo, que el posadero apenas podía cargar sobre sus hombros, usando solo su mano izquierda como si nada. La cara de aquel hombre era un poema, ciertamente la fuerza de Dean estaba a otro nivel, al menos en aquel brazo armado.
Tras llevar a cabo todas las tareas de la mañana, en menos de la mitad de tiempo del habitual gracias a la inestimable ayuda de Dean, el posadero invitó al joven a desayunar. El héroe aceptó gustoso, sería un buen momento para interrogar a su nuevo amigo.
Entre las muchas preguntas que pensaba hacer, las más importantes eran aquellas acerca de su origen, de si los aldeanos habían nacido en aquel lugar, y de si sabían cómo habían llegado hasta allí o cómo poder regresar.
-Oiga, señor... ¿Sabe de dónde venimos los "aventureros"? -Dean trató de empezar de forma delicada aquella conversación, tanteando al viejo. Sin embargo el anciano, al ver venir las preguntas, se apuró a responder todo lo que sabía.
-Sí, todos lo sabemos. No sois de este mundo. -Tras aquella impactante revelación, el viejo se apuró a proseguir con su explicación. -Verás... Nosotros somos seres humanos, como tú y los demás aventureros, pero la diferencia entre ambos es que... Nosotros nacimos en este mundo. -Dean sopesó lo que decía y le instó a continuar. -Mi familia, como la de muchos otros aquí, nació de anteriores aventureros. De aventureros que vinieron hace miles de años. No todos los aventureros salen de la ciudad, algunos prefieren no vivir aventuras y quedarse aquí con la gente normal cuando ven lo que sucede ahí fuera. -Con eso estaba claro, no eran los primeros aventureros, aquello parecía haber sucedido antes en el pasado.
-Entiendo... Por cierto. ¿Sabes si hay alguna manera de volver a casa? -Al oírle, el posadero se disculpó negando con la cabeza.
-Lo lamento... Sin embargo, quizá podrías intentar preguntar en el Templo Central. Ese lugar es conocido como "La Tumba de los Secretos", si hay un sitio donde averiguar algo así, es ese.
Pese a todo, hubo algo que sí sabía aquel hombre. Según dijo, en sus cincuenta años de vida, aquella era la quinta tanda de aventureros que veía. Eso significaba que, aproximadamente cada diez años, habían estado invocando "héroes" de otros mundos a aquel extraño lugar.
Antes de poder indagar más, el joven Alvin se levantó y buscó a Dean junto con Burck. El pequeño rubio estaba todavía sonrojado, aquella había sido su primera vez con el alcohol y no era capaz de recordar casi nada de la noche anterior.
-Es... esto... Señor Dean... Me duele la cabeza... ¿No hice ninguna tontería ayer, verdad? -Sonreía tímidamente, pues lo último que recordaba de la noche anterior era estar sobre una mesa bailando.

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Eriandor
Fantasi"Existe un lugar donde los Dioses gobiernan, un lugar donde la magia existe y las criaturas fantásticas de los mitos y las leyendas asoman en cada esquina. Ese lugar se llama Eriandor. El gobernante de los Dioses es elegido mediante una competición...