Amores Compartidos (Quédate Conmigo)

Perfecta

Capítulo XXIV

El disco estaba completo solo faltaba una canción, el hit, ese que consiga un grammy, Yellow ya había pedido una muestra del trabajo lírico de esta. Al parecer la jefa inspeccionaría de cerca a su estrella.

La noticia le llegó como un golpe de agua fría, estaba desesperado y su mujer no tuvo avances. Debía encerrarse, debía enfocarse, debía hacer todo lo necesario.

Llegó a su casa, había pedido una semana para perfeccionar el éxito que entregaría, solo le dieron cinco días. Lapis estaba en el jardín con un cuaderno en mano, al parecer componía.

— Hola Lapis, ¿estás trabajando?

— Te juro que lo intento; pero solo saco letras llenas de adrenalina y de estilo juvenil.

— Necesito un éxito, o Yellow me matará.

— ¿Ya no te importa hacerlo por ti mismo?

— Es lo que más deseo; pero deberé esperar al siguiente disco, es que realmente he sido distraído mucho por todo esto.

— Haré todo lo posible, me esforzaré para que consigas ese premio.

El joven trataba de ver los mejores casos para sacar la inspiración, solo una cada se dirigía a él. Su hogar.

— Lapis, quiero que vayamos a México, volvamos a casa, ahí lo haremos.

La mujer soltó el cuaderno y comenzó a acercarse tímidamente al hombre.

— ¿Hablas enserio?

— Tómalo como nuestra luna de miel. — la abrazaba por la cintura.

La mujer le regaló muchos besos, la felicidad se veía en esos ojos azules.

Sus otras esposas realmente estaban indignadas por esto, Connie le aseguró que sería peligroso; pero nadie le sacaría de la cabeza que era lo correcto.

Llegaron sin aviso, Steven se quedaría en casa de su padre, aún tenía las llaves de esa vieja casa, llevó a Lapis a la habitación de huéspedes en tanto él le daría una sorpresa a su padre, fue a su habitación. Pensaba que aún dormía.

Oía mucho ruido que provenía de esa habitación, al parecer había una discusión, al parecer estaba su padre con Perla, la puerta estaba semiabierta, asomó su cabeza dentro y pudo ver aquel conflicto.

— No puedo seguir con esto Perla, no me siento cómodo.

— Yo no controlo lo que quiero, y tú no eres la excepción. — se ponía sobre él comenzando a besarlo.

El chico se sintió extraño, sentía desvanecerse, eso jamás lo hubiese previsto, por la impresión abrió aún más la puerta azotandola. Aquella pareja se espantó por ello y ver al chico en el suelo los hizo espantarse a niveles alarmantes.

— ¡Steven! — expresaron al unísono.

— ¡¿Qué hacían?! — se lo oía molesto en tanto se incorporaba.

Perla bastante preocupada por lo que el chico llegue a pensar de ella corrió a tomarlo de los hombros.

— Por favor mi Steven, no creas que nosotros...

— Basta — soltó aún irritado.

Llegaba a pensar en lo que esto realmente lo afectaba, talvez sea algo incómodo ver a Perla con su padre; pero era él quien menos podría reclamar con una vida como la que llevaba.