Amores Compartidos (Quédate Conmigo)

Solo Amalas.

Capítulo XXII

Una semana entera y nada ocurría, no habían disculpas solo trabajo, Lapis y Peridot se hallaban deprimidas, un relajante silencio para Connie, debía aprovecharlo, este podía ser el momento que esperaba.

Ambas sentadas en la sala teniendo una charla algo fúnebre, sin sonrisas, solo palabras lentas en su salida. Se acercó a ellas con una sonrisa triunfante.

— Buenos días chicas, las veo bastante "animadas"

— No vuelve desde hace dos días, no esperes que estemos festejando su ausencia. — se mostraba molesta la rubia.

— ¿Acaso hay diferencia cuando él está aquí? — retaba segura la morena

Un silencio respondió su pregunta, se sentó frente a ellas, veía un cansado rostro en ambas, hasta se diría que le causaban lástima esas dos.

— Será mejor empacar chicas, no resistirán más, es difícil estar así. Salido el disco tendrá gira por 3 o 5 meses dependiendo el éxito, lo visitaremos una vez al mes máximo, realmente no quieren vivir eso.

No oía respuesta; pero se notaba lo que pensaban, esos rostros preocupados las delataban, sobretodo el de la rubia, era deprimente.

Lapis sentía ese dolor en la rubia y notaba que la guerra estaba a favor de Connie, no podía dejar que esto pase, no le daría el gusto de que las viera derrotadas.

— Estamos bien Connie, no nos iremos. — se escuchó segura a la ojos azules.

Connie se levantaba tranquila, sabía que no era mucho tiempo para verse victoriosa.

— Esperemos estos tres días siguientes, veamos si las cosas cambian.

Un silencio abrumador, las había dejado peor que antes, la más afectada fue Peridot, la última en recibir aquel "desprecio" del chico.

— Anímate, hoy tienes que estar alegre. — la tomaba de la mano para que se levante.

— ¿Por qué? — se mostraba cortante.

— Sígueme y lo verás. — la empujaba del sillón.

La llevó con dirección a el jardín, esperaron un buen rato viendo el lago con Peridot impaciente.

— Bueno, es lindo y todo; pero sinceramente esperaba algo mejor.

— Mmm, se supone que ya deberían estar aquí. — se la oía algo apenada.

De repente ambas sintieron un golpe en sus espaldas que las impulsó a caer en el lago.

Sacaron la cabeza del agua, solo podían divisar a una pequeña que se moría de la risa acompañada de una mujer mayor de edad.

— No debiste niña. — se oía furiosa a la rubia quien salía del agua a atrapar a la pequeña.

— Alguien debe enfriar a esta "calenturienta" —  se pronunciaba con gracia la pequeña.

Ambas correteaban por el jardín en tanto la sirvienta ayudaba a Lapis.

— Discúlpela, es algo traviesa.

— Me doy cuenta. ¿Usted es la que la cuida?

— Sí, el señor Universe me recontrató.

— ¿Renunció o la despidieron?

— Fue la señora Connie quien me echó, él apesar de ello buscó la manera de ayudarme. Le debo mucho.