Calma = Tormenta

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Joey abrió los ojos y se sintió perdido, pero una sonrisa apareció en su rostro al encontrarse en brazos de su pareja, a pesar de no recordar cuando se había quedado dormido, aunque no le parecía extraño, por tanta tensión no había podido dormir los últimos días y cuando Kaiba le abrazó sintió tanta paz, que su mente irremediablemente se apagó, como si ya no pudiera o quisiera seguir trabajando.

Intentó levantarse para arreglarse un poco, y deseaba un baño para refrescarse, pero sintió que su cuerpo era apretado con dulzura, aquello lo hizo sorprender, al parecer el castaño también había despertado, pero no tenía ninguna intención de levantarse, es más, había cruzados las piernas con él para no dejarlo escapar, sentir el roce de su piel desnuda con la del pantalón de Kaiba lo hizo hacer un puchero, el hombre se había acostado a su lado quitándose apenas la camisa y dejándose el resto.

-Kaiba... - le susurró al oído, para ver cómo se incomodaba, desde compartían cama había aprendido muchas más cosas de su amante, para empezar sus orejas eran muy sensible a los sonidos, le costaba un mundo abrir sus ojos, pero su mente ya estaba preparada para trabajar, pero había un detalle más curioso que ese - Al parecer te levantaras de un buen humor – cuanto más descansaba Seto, más excitado se levantaba en la mañana.

Movió su mano divertido por la entrepierna del castaño, disfrutando de la dureza y el calor que estaba sintiendo, siguió jugando, apretándolo, haciéndolo gruñir, pero repentinamente lo soltó para escurrir sus manos dentro de los pantalones, permitiendo tener más contacto con su miembro, mordiéndole la mandíbula con suavidad deseando que por fin abriera los ojos.

-Si sigues molestando, haré que no te puedas levantar – amenazó con burla para por fin verlo con desafío – y no aceptaré ninguna queja ni sugerencia - agregó levantando la ceja.

-No puedo evitarlo tengo hambre – sonrió seductoramente, y terminó por tomarle del rostro con su mano libre para besarle con pasión, ambos les encantaba poder levantarse y disfrutar de unos minutos de su privacidad. Desde que Joey había explotado hace varios meses atrás, decidieron que tenían que darse un tiempo todas las mañanas, sin importar si tenían mucho o poco trabajo, aunque jamás llegaban al final, solo se dejaban llevar entre acaricias y besos.

-Los niños están muy lejos de aquí, ya terminamos el trabajo y puedo decir que nos faltó celebrar – murmuró con suavidad cuando rompieron ese delicioso beso. Aprovechó para tomar el control besándole el cuello con sensualidad, mordiéndolo con gusto y lamiendo su esencia, y disfrutando de ese olor erótico que siempre parecía envolverlo.

-Mmm... En eso estás en lo cierto – mencionó traviesamente mientras acariciaba los cabellos del castaño mientras lo abrazaba por el cuello – entonces déjame estar arriba como a mí me gusta – hizo un leve puchero, pero se consiguió con la mirada suave del contrario.

- Todavía te duele el cuerpo, ¿cierto? – preguntó sorprendiendo el contrario – déjame todo a mí, deseo amarte hasta que puedas perderte en mi ser – le pidió para tomar su mano y darle un tierno beso, Joey no podía creer lo endemoniadamente seductor y romántico que podía ser Seto, sintió sus mejillas ardes y sonrió encantado.

Kaiba sonrió para colocarse sobre él y volver besarlo en los labios, sintiendo como era correspondido y permitiéndose disfrutar del momento, la dulzura y la lujuria siempre los abrumaba, sus cuerpos se sincronizaban, todo era perfecto cuando se encontraban juntos, no importaba el ámbito que se encontraran.

Cuando les faltó el aire, el castaño se fue deslizando, besando cada parte del cuerpo de su amante, con la misma pasión y ternura con lo cual lo deseaba, mordía su pecho dejando marcas por donde iba, siendo más intenso y despiadado, divirtiéndose por cada reacción que estaba consiguiendo. Se permitió disfrutar más, explorando cada zona erógena, jugueteando con sus pezones hasta volverlos un rojo brillante, como un precioso rubí.

Rompiendo la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora