Rompiendo la rutina

Secretario = ¿Boda?

Kaiba observó con detenimiento a su empleado después de haber soltado la pregunta, analizó la reacción del menor, no hubo una respuesta inmediata solo un aire tenso a su alrededor, una expresión dura y una mirada que denotaba seriedad la cual parecía contener ya una respuesta, pero ¿Sería positiva o negativa? Seto no podía negar que estaba probando a su secretario, no le diría el porque estaba preguntándole aquello, a pesar de saber que por su mente podría estar imaginándose lo peor, y eso le gustaba, que sintiera miedo, porque con eso sabría si su secretario estaba de su lado.

"¿le mandaría a enterrar un cadáver? ¿lo mandaría a Egipto? ¿en que problema lo metería?"

No importaba la pregunta, el empresario necesitaba una respuesta honesta y directa, debía conocer si realmente era el indicado. Nadie había logrado trabajar con él durante tanto tiempo como Joey, muchas secretarias lo había abandonado en el primer grito, salieron corriendo en el primer reto, robándole en la primera oportunidad, nadie había tenido la voluntad de quedarse a soportar sobre sus hombros la mitad del peso de KaibaCorp.

Hasta que llegó Joey, nunca imaginó que sería un hombre el que aguantaría su ritmo, jamás se le ocurrió que alguien menor que él pudiera aceptar y ganar el reto. Llegó a pensar que lo único que necesitaba a su lado era una cara bonita para alegrarle la mañana y de esa forma ocuparse solo de su empresa, pero un día de suerte lo "encontró" y, a pesar de cometer novatadas, lo siguió intentando hasta convertirse en lo que era hoy.

Su secretario perfecto.

-Señor Kaiba - comenzó a hablar cuando su cerebro terminó de procesar lo que estaba ocurriendo. Su jefe le estaba haciendo una pregunta que era complicada para él, y no por la respuesta, sino por las consecuencias que podrían ocurrir por sus palabras, pero no importaba, ya estaba seguro de qué decir - Usted ha tenido mi lealtad durante 10 largos años y al menos que me traiciona la seguirá teniendo hasta el final - declaró con seriedad.

El castaño sonrió satisfecho, era la respuesta que esperaba, no era un "si" inútil, ni por quedar bien, no era un "si" nervioso por pensar que podría despedirlo si se negaba, era un "si" consiente de que quizás le pediría una locura, pero aceptaba el reto como lo había hecho durante todo ese tiempo.

-La respuesta que esperaba - Respondió con una leve sonrisa y una expresión muy serena. Joey pocas veces podía ver ese rostro. No había burla ni maldad, era todo lo contrario. Parecía ser tan angelical, en especial por sus hermosos orbes azules. Pero no duró mucho. Pronto se acomodó en su puesto y lo miró con frialdad para dar su orden final, la que seguramente provocaría una tensión en la oficina.

-Cásate conmigo -

El silencio reinó por completo en la oficina. Joey se puso pálido, casi parecía que se le había escapado el alma. Pestañeó repetidamente. ¿Había escuchado bien? ¿Qué le había dicho? ¿Qué le había ordenado? ¿Casarse? No, no podía ser cierto. Tardó varios segundos en poder recuperarse del shock y aunque aun parecia no poder procesar lo escuchado, se obligó a decir algo para tratar de recuperar el control de su cuerpo y mente.

-¿Disculpe? Creo que no entiendo - respondió buscando una coherencia en la situación, e intentando que su jefe le diera una clara explicación.

-Lo he pensado y no encontraré a alguien para mañana que me pueda apoyar mejor que tú. Además, sabes tratar a mis hijos, no eres estúpido, sabes cómo lidiar con situaciones complicadas y tienes los rasgos necesarios para poder disfrazarte de mujer y si te mantienes a mi lado como mi pareja nadie se dará cuenta de que eres tú. Me parece un buen plan  - respondió con como si todo fuera lógico- engañaremos a los viejos zorros hasta que consiga quitármelos del medio, nada podría salir mal - agregó a su explicación, mostrando que en su mente sería algo sencillo, quizás aquella actitud era más de Yami, pero los malos hábitos de los amigos suelen pegarse