Amor = Lujuria

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Una mirada llena de lujuria, una sonrisa dibujada por el placer, un toque delicadamente seductor y entonces... Todo explotó, el calor de la habitación comenzó a aumentar, y sus cuerpos ardieron en esa pasión tan desenfrenada que tanto amaban, podían sentir como sus corazones se conectaban y entrelazaban ese deseo que estuvieron contenido por tanto tiempo, no había necesidad de emitir de una conversación previa, las señales estaban allí y amaban poder hacer lo que deseaban sin tener ningún problema en su cabeza, finalmente ellos eran libres.

El rojo que habían usado esa noche describía por completo la situación en la que estaban, todo a su alrededor estaba tan lleno de pasión y lujuria, que hacía estallar una guerra por el control, los hacía moverse tan apasionadamente, con toque ligero para examinar por completo el cuerpo del contrario, sintiendo como con cada cuerpo su piel ardía en deseo, bañándose en sudor, para deslizarse, volviéndose todo tan ligero y delicioso.

Kaiba estaba sobre Joey, se permitió un momento para admirarlo con deseo y con una delicada sonrisa, tomó su mano derecha donde estaba el anillo y lo besó con dulzura, mientras la sostenía con fuerza y la determinación de nunca dejarlo ir, amaba a ese hombre más de lo que hubiera pensado que lo hacía, pensar que lo había tenido durante diez años a su lado y jamás se había dado cuenta de ello y quizás si hubiera pasado más tiempo habría perdido la oportunidad.

Por eso se dedicó a consentirlo, a recordar cada rastro de su piel, de saborearlo y sentirlo a profundidad, sus dedos trabajaron por completo en ese hermoso cuerpo, no tuvo ninguna duda en recorrerlo y hacerle conocer el placer, deteniéndose solo para disfrutar de cada sensación que su amante deseaba darle.

-Lo estás pensando demasiado, mi cuerpo te está pidiendo a gritos – murmuró Joey para levantar ligeramente su cuerpo de la cama y besarlo apasionadamente, sintiendo como sus lenguas se enredaban y danzaban con gusto, el sabor de Seto era refrescante como la menta, aunque estaba bañado con la esencia del champagne que habían bebido, pero eso no quitaba lo exquisito del beso, solo lo encendía más -Ah... me encantas – el jadeo de Joey se escuchó tan excitante y caliente que el castaño trago con dificultad.

La mirada de Seto brillaba en lujuria y de inmediato atacó su cuello con una mordida haciéndolo rugir, lamió las marcas que le dejó para ir descendiendo por esa deliciosa piel, tenía un sabor dulce, adictivo, no podía dejar de besar, chupar y morder cada parte que veía, llegó hasta su pezón que ya se encontraba rojo por toda la atención que el castaño le proporcionaba, estaba extasiado de ver como todo el cuerpo de Joey se llenaba de marcas, no se podía detener.

Seto siguió con su labor tomándole de la pierna para poder besar sus muslos y morderlo haciéndolo brincar, aquello lo hizo divertir, no dudó en ir bajando y hacer lo mismo un par de veces hasta que escuchó sus protestas, Seto no pudo evitar sonreír traviesamente para bajar hasta su ingle, y dibujar un camino con su lengua hasta llegar a su miembro.

Había jugado con su pene, disfrutando de los gemidos de su amante, divirtiéndose de las suplicas y de jugar con su entrada, no había necesidad de prepararlo, pero amaba poder darle ese placer tortuoso que hacía con cada movimiento ¿sádico? Un poco... si, pero eso no le importaba sería un tirano si con eso podía amar cada rincón de ese cuerpo.

- Me encanta, tu cuerpo parece temblar por mi – mencionó con burla mientras veía como el miembro de su amante parecía temblar por la atención, él estaba igual... deseaba clavárselo y dejarse llevar por el calor, y no tenía dudas de hacerlo, así que le sujeto firmemente de la cintura y lo alineó para penetrarlo, pero se controlaba para besarlo y acariciarlo haciendo que el momento el cuerpo de Joey se tensara por la desesperación.

- B-bastardo... Sad...ico - Joey jadeaba desesperadamente, había apretado la sabanas de la cama con todas sus fuerzas, pero al ver que no se apuraba se soltó e intentó alcanzarlo, pero apenas se elevó Kaiba se lamió los labios y con un movimiento bruco se enteró dentro de él, haciendo que todo su cuerpo se arqueara la invasión precipitada que sucedió, algo que lo llevó al borde– ah... d-detente so-solo un momento – estaba jadeando sin control, sentía su mente nublada ¿acaso se vendría? NO su orgullo se negaba aquello, pero necesitaba un segundo.

Rompiendo la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora