Apuesta = Amor

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Una mirada coqueta y una adorable sonrisa fue suficiente para que Seto quisiera aceptar cualquier cosa que estuviera pasando por la mente de su amante, y es que sin darse cuenta Joey lo tenía en la palma de su mano, no necesitaba hacer ninguna apuesta, cualquier cosa que le pidiera se lo daría, aunque al parecer no se había dado cuenta todavía, algo que en el fondo el castaño agradecía.

-Hey ¿Por qué estas sonriendo gato travieso? – preguntó curioso, el silencio de su amante le causó sospecha en especial cuando se curvaron sus hermosos labios.

-Por una apuesta conseguí tenerte en mis brazos, ¿Qué puedo conseguir con esta? – respondió con diversión mientras le tomaba por la cintura y le hacia caer en la cama a su lado para poder abrazarlo con gusto, le encantaba poder tenerlo de esa forma desgraciadamente entre el trabajo, los abogados y la prensa habían estado tan agobiados que al llegar a casa casi siempre acababan dormidos por lo cual no podía disfrutarlo.

- Eso suena como si la hubieras ganado – se burló divertido, y es que la victoria le había pertenecido a él, aunque el premio los había beneficiado a los dos – pero... quizás esta apuesta te haga conseguir un premio bastante... delicioso – mencionó mientras con un movimiento coqueto le tocó sus labios seductoramente como si todo fuera un juego y es que para Joey el sentir esa suavidad con sus dedos le era uno de los mejores entretenimientos, no eran muy gruesos, pero la calidez y delicadeza que tenían, le encantaba.

-Sigue hablando cachorro... no te entretengas - murmuró con una voz un poco ronca mientras le tomaba de la mano y se la besaba con dulzura, esa acción solo servía para calentarle las mejillas a Joey y Kaiba lo sabía, a pesar de que su amante era tan experimentado, era un poco inocente para algunas cosas.

-Estos días serán terrible... estaremos cansados, de mal humor... seguramente no podremos dormir y el tener sexo será algo lejano – y quizás eso era lo que más le ardía a Joey, pero se avecinaba mucho más trabajo, sin contar que Kaiba lleno de citas con los abogados, y él todavía tenía trabajo que hacer, sin contar que todavía no sabía cuando esas mujeres se iban a ir de la casa – por eso me pareció interesante apostar un premio, si consigues atraparme prometo hacer una noche de bodas inolvidable, pero si te atrapo primero... ¿me dejarías hacerte lo que quiera? – preguntó con un placer tan oscuro que hizo vacilar al castaño.

-Jajaja eres un cachorro demasiado travieso, pero te aseguro que la victoria esta vez será mía – respondió con su típica superioridad mientras le robaba un beso en los labios, sintiendo ese sabor picante que siempre parecía tener su amante que era combinado con una de las más poderosas droga, haciendo que su mente y cuerpo probara con más intensidad – ah... tan delicioso... - susurró encantado cuando se separó, su mirada brillaba con ímpetu, realmente amaba que ese cuerpo tan caliente solo le perteneciera a él.

Kaiba comenzó a despojarlo de cada una de sus prendas dejándole completamente desnudo, lo hacía de una forma lenta, pero intensa dedicándose a besar en cada parte que su piel quedaba expuesta, dándose un tiempo para saborear sus hombros, su pecho, mordiendo sus tetillas y probando su abdomen hasta llegar a su vientre donde dejaba pequeñas marcas, que casi parecían un delicado camino, cuando se fijó todo el cuerpo de su amante gritaba a suyo.

Con una sonrisa siguió bajando hacia su pene donde solo tocó la punta con sus labios para burlarle y morder en su ingle permitiéndose seguir hacia sus piernas, continuando su recorrido sin perderse de ninguna parte, hasta que inesperadamente separó y levantó sus piernas para poder tener una buena vista de esa entrada en la cual siempre era bienvenido. Humedeció sus dedos para comenzar a tocarlo y darle ese placer que volvía loco a su amante, intentándolo estimular para que rogara y le pidiera piedad, algo que parecía funcionar por como su cuerpo se movía.

Rompiendo la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora