Lagrimas = Amor

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Kaiba tomó entre sus brazos a Joey buscando cubrirlo con todo su cuerpo, nunca se imaginó desear proteger tanto con su vida a otra persona que no fueran sus hijos, pero Joey era demasiado importante para él, no solamente se había convertido en el amor de su vida, él era su pilar, la persona que lo había estado apoyando durante todo ese tiempo, como su mano derecha, recordándole las cosas que eran importante para él, aunque no siempre fue así.

La primera vez que le vio lo consideró una molestia, un hombre que no sería capaz de hacer nada, que sería solo una cara bonita, pero debido a que su padre le solicitó que le dejara por lo menos el mes, comenzó a trabajar a su lado, y sorpresivamente no solo consiguió alcanzar su expectativa sino que lo había superado, haciendo que todo se volviera mucho más fácil para él y sin podérselo creer llegó al punto de poder compartir el peso de KaibaCorp.

A pesar de todo eso, la relación de jefe y empleado se había vuelto un bloque de hielo, convivían con pocas palabras y la mayoría eran ordenes secas que Joey como secretario cumplía sin quejarse sin importar lo despreciable que podía llegar a ser, fueron las contadas ocasiones donde no solo se alzó en su contra, sino que a su vez se comportó como un consejero, y para cada ocasión lo había hecho a la perfección.

Cuando comenzó la búsqueda de una prometida en un principio arremetió contra él, buscando desahogarse, y si no hubiera sido por mi amigo hubiera cometido un error, pero a partir de allí, le ayudó hasta que finalmente apareció la idea de volverlo su pareja, creyó que le molestaría, finalmente era un hombre y jamás se había considerado un homosexual, pero... a diferencia de lo que pensó, se sentía cómodo a su lado, tantos años compartiendo una relación aunque fuera fría, había ocasionado que su presencia se volviera parte de él.

Su secretario había conseguido despertar todos esos sentimientos que consideró que habían muerto con Marie o que nunca habían existido, se sintió por fin vivo, pudo sentir la felicidad de estar con alguien, además del deseo y la lujuria que se permitió experimentar a su lado.

Fue por ello por lo que sin pensarlo lo había protegido, que sin titubear había dicho que le amaba, hacía diez años le habían dado la oportunidad de tenerlo a su lado y ahora no pensaba soltarlo, haría lo que fuera para cuidarlo y protegerlo.

Aunque eso le costara la vida.

- ¡Seto! – cuando escuchó esa exclamación se sintió perdido, lo oía a lo lejos a pesar de tenerlo justo bajo él, se sentía demasiado aturdido, y buscó enfocar su mente, solo para encontrarse con el rostro espantado de Joey y unas gotas de sangre sobre su rostro, pero a diferencia de lo que pensaba no se encontraba arropándolo, en cambio Joey estaba sobre él, aferrándose a su camisa.

¿Qué estaba pasando? Intentó levantarse, pero el rubio hizo fuerza para evitar que se moviera, esa acción ocasionó un gran dolor sobre su cuerpo, el hombro le ardía como si estuviera en llama y sentía su cabeza a explotar, tenía demasiada incomodidad, buscó aun así moverse, no quería saber si Joey estaba a salvo.

-Dios mío Seto no te muevas, lo siento, solo quédate acostado, todo estará bien, la ayuda... la ayuda vendrá enseguida – la desesperación estaba sobre su amante, pero el castaño todavía seguía sin comprender, no sabía si todavía había peligro, solo podía sentir como el cuerpo de su amante temblaba y su voz parecía llenarse cada vez más de angustia y él queria tranquilizarlo, por lo cual le tomó débilmente de la mano que estaba sobre su pecho.

- ¿Qué... paso? – preguntó observando a su alrededor, fue entonces cuando se percató que Mai se encontraba siendo sometida en el suelo con unas esposas mientras vociferaba palabras que no llegaba a comprender, pero su visión fue tapada por los guardias los rodeaban a ellos, protegiéndolos de las cámaras y de cualquiera que pudiera acercarse.

Rompiendo la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora