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FLORENCIA

Estaba muy nerviosa, entraba la morocha de ojos azules y seguía yo, Virginia estaba al lado mio tratando de calmarme, pero estaba muy inquieta y era en vano todo su esfuerzo. Creo que la única persona que puede calmarme se encuentra a miles de kilómentros de aquí.

Flor: ¿Y si me caigo? -la castaña rió-

Virginia: Eso no va a pasar Flor, quedate tranquila. -puso sus manos en mis hombros- Respirá. Vamos, ¿a ver...? -inhaló y la imité- Bien, seguí... -exhaló y la imité-

Luego de unos cinco minutos, la morena entró. Lo que significaba mi salida.

Virginia: ¡Dale! Te toca -me animó. Tomé aire y salí-

Iba firme, iba decidida, no estaba pensando en nada, solo en no caerme. La gente a mi al rededor sacaba fotos, podía notarlo por las luces que se reflejaban al costado de mi retícula. Trataba de seguir el consejo de Virginia, mirar al frente y no percatarme de lo demás, pero no pude evitarlo porque unos ojos verdes tan penetrantes y tan lindos hicieron que todo lo que aprendí se fuera al carajo y que mi sonrisa aumentara. Ahí estaba ella, con ese peculiar gesto con tinte rosado que me volvía loca, acompañado con esa dentadura blanca y prolija.

Verla ahí, me hacía tener tanta seguridad que ni me enteré cuando ya tenía que dar la vuelta y volver a camarín. Un último flash de alguna cámara proveniente de un periodista hizo que por breves segundos pierda contacto con la colorada, una vez que desapareció la luz cegadora mis ojos esmeralda también lo hicieron...

Claro, esto debe tener una respuesta lógica... debía estar soñando despieta.

Virginia: ¡Estuviste fenomenal! -gritó con entusiasmo-

Flor: Dios, todavía sigo con nervios. -tenía mi mano en pecho, y no eran presisamente por lo nervios. Más bien fue el impacto de verla, o imaginarmela ahí lo que causó esta locura en mi-

Virginia: Ya pasó, ahora vete a cambiar porque dentro de veinte vuelves a salir. -asentí y rápidamente me fui al camarín-

Entré lo más rápido que podía, primero tenía que vestirme y después pasar a peinados. Todo eso en tiempo record, no podía perder ni un minuto.


Jaz: Estuviste magnífica. -su voz provocó que me sobresaltara y libere un grito a causa del susto- ¡Uy perdón! No quería asustarte -se disculpó-

Flor: Sos el sueño más real que tuve. -largó una carcajada- ¿No es un sueño, verdad? -su cabeza hizo un lento vaivén de izquierda a derecha en señal de negación- Vos estabas en Dubái, ¿Qué haces acá?

Jaz: No podía perderme la oportunidad de ver a mi modelo favorita. -se acercó-

Flor: Si viste, la de ojos azules es fenomenal. También es mi favorita. -bromeé. Ella rió y se acercó más, luego rodeó con sus manos mi cintura y yo, como si de un reflejo se tratase, puse mis manos al rededor de su cuello, entrelazando mis dedos-

Jaz: No te hagas la boluda. Sabes que mi única favorita sos vos. -sus labios cada vez se acercaban más-

Flor: ¿Có... cómo hiciste pa... para venir? -dije entre suspiros-

Jaz: Te lo dije una vez: No te vas a librar tan fácil de mi. -Y sin ningún permiso, cortó la distacia que nos separaba. Sus labios envolvieron a los mios en un cálido beso, un beso que a pesar de que ya nos habíamos dado un monton de veces, este, este era más fuerte que los demás. Era tan dulce, tan tierno, tan perfecto. Su lengua empezó a jugar con mi labio inferior, y como ya venía siendo costumbre, entro. Recorriendo cada centímetro, cada milímetro hasta su cansancio, aunque yo no me podría cansar de ella, jamás. Nos separamos, no sin antes succionar su labio inferior-

Flor: Dios... -mantenía mis ojos cerrados- creo que no voy a poder vivir sin tus besos.

Ella no respondió, solo volvió a unir nuestros labios. Me empujó lentamente hasta la pequeña mesa que portaba un gran espejo, quedando yo sentada y con mis piernas envolviéndola. Sus besos comenzaron a distanciarse de mis labios, dejando unos mis mejillas, otros en mi mandíbula y luego comenzó a descender lentamente hasta mi cuello. Involuntariamente un suspiro salió de mi boca, pero se hizo más notorio cuando sus labios subieron al lóbulo de mi oído, dejando pequeñas lamidas y mordidas. Mis manos empezaron a moverse por sí solas y comenzaron a acariciar su espalda, las de ella, tocaban suavemente mis muslos, y cuando regresó de nuevo a mi cuello mis uñas, se clavaron por la zona de su cóxis. Ahora fue ella la que lanzó un suspiro que hizo que mi piel se estremeciera...

-Flor, ¿te puedo ayudar con algo? Estás tardando demasiado. - esa voz hizo que tanto Jazmín como yo nos separarámos rápidamente.

Flor: Dame unos minutos más, en seguida salgo. -contesté como pude, sin que se me escapara nada indevido-

Jaz: Voy... voy a volver para allá. -dijo con una sonrisa boba en sus labios y señalando el lugar, como si se pudiera ver a través de las paredes. Yo asentí y antes de que se fuera la tomé del brazo y le dejé un último beso en los labios, luego se fue-

- Ay Jazmín... ¿Qué demonios me hiciste? Me tenés tonta, más de lo que ya soy... -suspiré-


Bueno, es aquí donde empiezo a ponerme cursi.

Sé que esta historia no es tan buena, lo sé... soy consiente. Pero hago lo mejor que puedo, trato de ir de a poquito y armar un linda historia de amor. Y de verdad agradezco todo el apoyo que le están dando, si les soy sincera jamás me imaginé que les llegara a gustar... pensé más que nada que iba a quedar en el olvido pero no pasó y, repito, agradezco tanto su apoyo.

Espero que les haya gustado.

Tengan lindo día  ; )

Una historia másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora