1. El comienzo de la locura

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Alba

-Alba, no llegas, date prisa- Gritaba mi madre cogiendo mis maletas metiéndolas en el coche.

-Voy mamá voy- Metí los zumos y algunos tentempiés en mi bolso cerrándolo -Lea por favor no hagas el tonto- Pedí a la pequeña melena rubia que corría por la habitación tirando la ropa que tenía dentro de su pequeña mochila de la patrulla canina -¡LEA!- Le grité, se puso a llorar pero por lo menos se paró y se sentó en el suelo pataleando. Recogí todo lo que había tirado metiéndolo de nuevo en la mochilita colgándomela del brazo y cogiendo a mi pequeña de la mano tirando de ella hasta la puerta de la casa. -Mamá, métela en su asiento por favor-

La Rafi cogió a la niña en brazos metiéndola en su asiento atándola, menos mal que era pequeñita porque cuando le entraban estás rabietas nadie podía con ella.

Metí las maletas que faltaban en el coche y tras despedirme de ella con un fuerte abrazo me metí en el coche y emprendí mi camino a la autopista con Lea bastante más calmada detrás.

-¿Mamá voy a tener nuevos amigos en madid?- La miré por el espejo, jugaba con su peluche en su asiento, aún tenía rastros de las lágrimas por su pequeña carita pero la sonrisa que se le había dibujado hacía que fuesen casi irreconocibles.

-Clara que mi amor, vas a tener un montón de amigos en tu cole nuevo-

Siguió jugando con su peluche y tras cinco minutos podía escuchar sus pequeños suspiros, se estaba quedando dormida. Menos mal... Me esperaban más de cuatro horas y media en el coche con ella y si no se dormía sabía que me daría un viaje para querer morirme. Conduje con la música baja para no despertar a la rubia y cuándo empecé a ver que se desperezaba e iba abriendo los ojitos poco a poco paré en el área de servicio más cercana.

-Buenos días pequeñita mía- Sonreí cogiéndola en mis brazos y abrazándola fuerte. Apoyó su cabecita en mi hombro aún bastante adormilada y cerrando el coche pusimos marcha hacía la cafetería bastante despoblada. Había unos cuantos hombres en la barra y alguna que otra familia en algunas de las mesas. Me senté en una de las mesas libres con Lea aún en mis brazos, creo que se había vuelto a dormir.

La acaricié despacíto, primero su carita después su barriguita y sus piernecitas y fue abriendo esos ojos preciosos azules que tenía. -¿Vamos a desayunar princesa?- le pregunté sentándola en la mesa, se quejó un rato pero después de estirarse dos veces ya estaba despierta.

-Mamá pipi- La cogí rápido yendo hacía el baño, tras hacer pipi volvimos a la mesa y en diez minutos estábamos las dos desayunando. -Y mi cuato rosa?- Le limpié la boca que tenia llena de aguacate.

-No mi amor, tu cuarto está blanco pero vamos a comprar algunas cosas para ponerlo rosa vale-

-Yo quero cuato rosa mamá- Se le empezaron a aguar los ojos y yo no podía con una llorera ahora, estaba demasiado cansada física y mentalmente para aguantar ahora que llorase llamando la atención de toda la cafetería porque su cuarto no fuera rosa.

"Tiene dos años alba, tiene dos años" Me susurraba a mí misma cogiéndola en mis brazos y meciéndola para que no empezase a llorar.

"Que coraje me dan las personas que salen con bebés si no saben comportarse" Escuché el comentario proveniente de una mujer sentada en la barra que hablaba a otra, ambas iban muy arregladas para ser tan temprano y estar en medio de la nada. La que no había hablado se giró y en ese momento sus ojos se encontraron con los míos. Era guapísima, tenía el pelo negro y unas facciones preciosas. Un septum colgaba de su delgada nariz y sus labios pintados de granate me llamaban la atención.

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