En solo una semana el nombre de Pandora Malfoy estaba en boca de todos los estudiantes de Hogwarts, y no solo por su poderoso apellido que tanto significó en años pasado, sino por la singularidad y elegancia que demostraba en cada palabra que decía o movimiento que hacía.
Definitivamente su mayor atributo para muchos eran sus profundos ojos grisáceos que denotaban una pizca de sensualidad y misterio, como si su función fuese confundirlos en una tormenta que avanzaba hacia el océano sosegado una tarde de otoño. Durante esa semana, Pandora se había acostumbrado a escuchar murmullos sobre ella por los corredores del castillo, desde malos comentarios hasta positivos, pero nunca les prestó debida atención a ninguno de los dos.
Ahora mismo se encontraba andando a paso rápido al Gran Comedor para el desayuno, y una vez estando la amplia sala del comedor tomó asiento junto a su hermano en la mesa correspondiente para después observar con detenimiento a que el plato de comida apareciera mágicamente ante ella. Esa mañana eran tostadas con cientos de acompañantes que le hicieron gruñir el estómago.
– Buenos días, dulzura. –saludó Draco–. ¿Cómo has pasado la noche?
– El parloteo de cierta señorita no me ha dejado dormir. –gruñó su gemela vislumbrando con rabia a la castaña que reposaba frente a ella. Aclaró su garganta con intenciones malévolas–. Parkinson, la próxima vez que quieras lamentarte por el desamor de Draco, hazlo en completo silencio. Tus chillidos aturden.
La mesa arremetió en carcajadas contra la muchacha castaña, quien simplemente actuó como si no la hubiese escuchado, pero sus mejillas habían enrojecido debido a la ira contenida.
– Papá me recomendó que me zafara de adivinación; ¿es tan mala esa clase?
– Naturalmente la profesora Trelawney intentará convencerte de que algo terrible te ocurrirá en un par de semanas u horas. –contestó Astoria, al instante se llevó un trozo de tostada con mermelada a la boca–. Deberías escuchar a tu brillante padre y zafarte de esa horrenda asignatura. He escuchado que tus calificaciones son perfectas, no la necesitas.
– La asignatura sumará dos puntos extra a tu boletín. –comunicó Draco, apoyando su cabeza en su mano con una sonrisa burlona–. Astoria y yo cursamos la clase por eso mismo.
– Ven con nosotros, y si no te agrada puedes salir de clase para probar con otra asignatura. –dijo la chica con suavidad, casi intentando convencerla con ojitos de cachorro–. ¿Te apuntas?
– Solo por diversión, supongo que sí.
– Nos toca después del desayuno, así que comamos de prisa. Todos querrán sentarse en los últimos puestos.
– Claro, solo iré al tocador y los veo en clases.
Se incorporó de la mesa, sin preocuparse por terminar el sencillo desayuno, y comenzó una suave caminata hacia el baño femenino; su andar elegante causó que algunos estudiantes la admirasen con ceño fruncido, especialmente los hijos de muggles. Una vez allí se apoyó en el lavabo mientras que peinaba sus cabellos rubios con perspicacia, luego humectó sus belfos con un suave tono escarlata y alisó su túnica con sus manos. Pandora Malfoy reamente era una mujer preciosa, de dominante mirada grisácea y labios rellenos. Había heredado las delicadas facciones de su madre.
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The Malfoy Twin | Cedric Diggory
Fanfiction« Incluso para la dinastía Malfoy, Pandora era un infierno andante » Cuando Draco decidió retomar su último año en Hogwarts con una sola condición por parte de sus padres, jamás pensó que incluirían a Pandora Malfoy en sus planes. Pandora Narcisa Ma...