Capítulo quince

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Estaba acostumbrada a tener cientos de miradas encima, pero esto era demasiado.

Todas las miradas se posaron encima de ella con cada paso que daba sobre sus finas sandalias de tacón, el vestido ceñido a su cuerpo le otorgaba una apareciencia entre sensual y elegante, aunque lo que más resaltaba en su apariencia eran sus labios rosáceos. Se detuvo a centímetros de sus padres para dedicarles una reverencia con la cabeza; ellos imitaron su acción gustosos.

Recordó cuando Theresa y Cordelia le hablaron sobre el baile de navidad que se celebró en el Torneo de los Tres Magos. No recordaba quiénes habían sido sus parejas, pero podía hacerse una idea. Es decir, seguramente fueron solas para evitar desmoronarse por sus amores imposibles.

– Te ves preciosa esta noche, cariño. –halagó Narcisa con una sonrisa sincera que mostró su perfecta dentadura–. Tu hermano se encuentra con Astoria en el área de refrigerios, por si quieres ir a buscarle.

– Muchas gracias, madre.

– ¿Cuándo has crecido tanto? –inquirió Lucius con un leve suspiro–. Deslumbras a cada instante de tu vida, pero esta noche puedo notarte diferente.

– Muchas gracias, padre. –agradeció su hija con una sonrisita–. Es extraño vestir así, pero me agrada. Llevaba mucho tiempo sin ponerme un vestido decente.

– ¿Has venido sola al baile? –preguntó Narcisa colocando un mechón de cabello rubio detrás de su oreja–. Creí que vendrías con alguien. Está claro que todos aquí querían venir contigo, pero supongo que los has rechazado a todos.

– Ciertamente, madre. –contestó la chica educadamente–. Nadie supera mis expectativas como para acompañarme en este baile.

– Realmente creímos que te aparecerías con Ernest Macmillan. –Draco hizo acto de presencia en el círculo familiar tomado de la mano de su novia, Astoria le regaló una sonrisa a su cuñada y esta se lo regresó–. Te ves hermosa con ese atuendo, queridísima hermana.

– Macmillan es un Hufflepuff.

– Es sangre pura. –protestó Narcisa frunciendo el ceño–. Además Diggory también era un Hufflepuff, no veo la diferencia.

– Querida. –pidió el señor Malfoy con desgano–. Por mucho el joven Diggory era mejor que ese acosador de Macmillan, sus padres son terribles.

– Con su permiso, nosotros nos retiramos.

Draco tomó de la mano a Astoria para después guiarla al centro del salón.

Por el rabillo del ojo percibió a las parejas comenzar a reunirse en la pista de baile tras escuchar la suave melodía, además de que pudo observar a su hermano tomar la delicada cintura de su novia para comenzar a moverse por el lugar. Al volver su atención a sus progenitores visualizó cómo también avanzaban sonrientes al baile, siempre demostrando una elegancia que no gozaría ni porque volviese a nacer. Eran una pareja estupenda.

Se quedó de pie cerca de la puerta sin ninguna expresión en su rostro e intentando obviar la melodía caminó hacia la mesa en donde se hallaban las dichosas cervezas de mantequill. Se llevó una a la boca, ni siquiera habían comprado algo más elegante para la celebración. Evitó realizar una mueca cuando el dulce sabor quemó su garganta.

Dejó el vaso vacío sobre la mesa, el cual desapareció por arte de magia para dar acceso a uno nuevo, y entonces decidió dar una vuelta por el decorado salón. Admitía que se veía precioso.

– Pandora. –llamó Harry con una sonrisa–. Es bueno verte aquí, por un momento pensé que no vendrías.

– Ni yo. –suspiró–. Pero eso no es lo que importa ahora, debo ir al dormitorio a culminar el diario de forma tranquila. Cuando lo haya leído todo, entonces podré tener base para defender la memoria de Cedric.

The Malfoy Twin | Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora