Capítulo ocho

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– ¡Pandora, te necesito!

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– ¡Pandora, te necesito!

El grito por parte de Astoria Greengrass inmediatamente alertó a la rubia, quien giró su cabeza para observarla con preocupación. La chica jadeaba e intentaba normalizar su respiración, consecuencia de correr a toda velocidad por los corredores, y después exclamó:

– ¡Draco está en problemas, lo están golpeando dos grandulones de Slytherin!

Sin importarle estar en medio de la clase de Pociones, y con Slughorn mirándolas como si hubiesen perdido el jucio y exclamando algo parecido a «tranquilícense, los profesores nos encargaremos de sosegar esta discordia», salió disparada del salón de clases al campo de Quidditch a gran velocidad, con las mejillas ardiendo en un deseo de aniquilar a los bravucones que anhelaban pasarse de listos con su querido hermano gemelo.

Una vez arribó al campo sujetando su cabello en una alta pudo percibir una aglomeración entre los jugadores del deporte observar la escena con burla. Más enojada que nunca, empujó a las personas fuera de su camino recibiendo varios insultos como respuesta y luego consiguió captar a su hermano tendido en el césped con la nariz rota y el rostro cubierto de mugre.

– ¡Es suficiente! –exclamó con fuerza mientras que se dirigía hacia su gemelo y lo tomaba del brazo para levantar tu débil cuerpo. Los grandulones la observaron con burla–. ¿Qué creen que hacen, malditos imbéciles? ¿Cómo se atreven a arremeter contra un prefecto?

– Deberías preguntarle a tu hermano, él fue quien lanzó el primer golpe.

Y la disputa había dado un giro sumamente drástico.

– ¿Es eso cierto, Draco?

– Esos malditos imbéciles se burlaron de ti por tu «obsesión» con Cedric Diggory, mencionaron que eras una traidora a la sangre por defender su memoria. –escupió él con rabia–. ¡No podía permitir que te humillaran de esa forma, Pandora!

Esa fue la gota que derramó el vaso. Pandora respiró profundo para evitar un mayor numerito, ayudó a su hermano a incorporarse mientras que lo alejaba del campo y dictó con voz potente:

– ¡Eh, par de imbéciles! Si tienen algo que decirme, entonces háganlo en mi cara y no a mis espaldas como unos completos cobardes. ¡Ni se les ocurra tocar a Draco de nuevo porque seré yo quien les dé una paliza que les hará recordar el jodido día en que sus putas madres les dieron a luz! ¿Me escucharon, malditos cobardes imbéciles de mierda?

De acuerdo, todo el refinamiento se había marchado.

– ¿Tú, una paliza? –se burló uno de los chicos–. Me vale una jodida mierda tu apellido y también que pertenezcas a mi propia casa, pero tu hermano la pagará muy caro.

Pandora rió.

– Disculpa, pero has sido tú quien lo ha provocado. Fuiste tú quien actuó como un niño pequeño probando suerte con su enemigo. –contraatacó–. ¿Sabes? Es patético una lucha de dos a uno, demuestra su cobardía. Sin embargo, lo aceptaré para darte una lección.

The Malfoy Twin | Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora