Capítulo seis

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Con un simple Alohomora la puerta que separaba la zona prohibida con la común se desbloqueó

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Con un simple Alohomora la puerta que separaba la zona prohibida con la común se desbloqueó. Pandora se preguntaba cómo era posible que una supuesta área restringida para los estudiantes pudiese abrirse tan fácilmente, pero eso la beneficiaba por mucho.

Utilizando el maleficio deslumbrador se permitió leer con tranquilidad cada uno de los lomos de los gruesos libros, buscando el esperado título de artes oscuras. En su vida solo había usado una de las tres maldiciones imperdonable; el Avada Kedavra aprendió a conjurarlo cuando tan solo tenía quince años, fue una situación que ameritó su conocimiento de sobremanera.

Lucius Malfoy se había tomado la molestia personalmente de enseñarle esa maldición: el primer y único día que la requirió asesinó a una araña como parte de su entrenamiento. Nunca había visto a su madre tan callada ni a su padre tan orgulloso. 

Extrajo el libro indicando entre los demás sin hacer escándalo. Invocó un hechizo no-verbal que creó una réplica exacta del mismo, el cual se alojó entre los otros como una copia perfecta. Y entonces el maullido de la Sra. Norris le hizo coger aire antes de darse vuelta sobre sus talones para retirarse del sitio prohibido. Conforme iba caminando los pasos del Filch se escuchabann cada vez más cerca de su ubicación; Pandora sabía que el conjuro no duraría mucho tiempo.

– ¿Quién está aquí?

Argus Filch no poseía una varita debido a su condición de squib, lo que la hizore capacitar momentáneamente. Con lanzarle una maldición paralizadora secundada por una que borrase la memoria sería suficiente para quitárselo de encima y hacerle guardar silencio. No había por qué temer; era una sangre pura entrenada por astutos mortífagos que revolucionaron el mundo.

Fijándose en cada obstáculo en su camino, Pandora buscó escabullirse de la biblioteca hacia los dormitorios. El hechizo dislumbrador ya se había desvanecido por completo.

Como prefecta no debía temer por rondar los corredores a tales horas, pero no podía permitir que la pillaran con un libro prohibido en las manos. Pronto el Lumus de una varita causó que todos sus sentidos se alertasen; usando magia avanzada hizo desaparecer el texto de los ojos de cualquiera. El corazón le latía tanto ímpetu en el pecho que por un momento creyó que se le saldría del pecho. El prefecto de Hufflepuff, Ernest Macmillan, se mostró por los corredores.

– Me apuntas a la cara y date por muerto. –amenazó la también prefecta con una mueca de disgusto plasmada en el rostro–. ¿Qué te trae por el segundo piso?

– No tenía idea de que hoy estabas de guardia, es agradable verte hoy.

– No te emociones demasiado. –concluyó cruzándose de brazos sobre el pecho–. Ahora mismo me marcho, suerte con tus rondas.

Tratando de parecer indiferente se echó el cabello hacia atrás de forma antipática, entonces me se marchó girando su dedo dentro de los bolsillos de la túnica, asegurándose de arrastrar el objeto tras ella. Si Lucius se enterara de su hazaña probablemente le daría un sermón más largo que su vida. Aun así estaba dispuesta a correr el riesgo.

The Malfoy Twin | Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora