Capítulo dieciocho

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Las puertas se abrieron de par en par causando que todos los estudiantes girasen su mirada a las mimas, entonces una apresurada y jadeante Narcisa Malfoy ingresó al Gran Comedor directo hacia la mesa de Slytherin, buscando a sus descendientes con ...

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Las puertas se abrieron de par en par causando que todos los estudiantes girasen su mirada a las mimas, entonces una apresurada y jadeante Narcisa Malfoy ingresó al Gran Comedor directo hacia la mesa de Slytherin, buscando a sus descendientes con el rotro sumido en una expresión desconocida. Tenía  la varita en la mano, eso solo significaba que algo realmente malo estaba ocurriendo y anhelaba protegerlos con toda sus fuerzas.

Se detuvo ante sus hijos, inspiró profundo y sin medir el tono de su voz dijo:

– ¡Debemos irnos de aquí ahora mismo! –los tomó a ambos de la muñeca y como consecuencia los levantóde sus lugares; la habitacion permaneció completamente silenciosa ante tal impresionante escena–. Sabía que era mala idea que vinieran a Hogwarts este año, pero es que su padre nunca me escucha cuando sabe que llevo razón. Vamos, debemos irnos ahora.

Narcisa se quitó un mechón de cabello del rostro, tomó a sus hijos de las manos y comenzó a conducirlos a las lejanas puertas del comedor con rapidez. Todos se encontraban tan confundidos en ese momento que dijeron nada, solo se dejaron hacer.

– Mamá, ¿qué es lo que está pasando? –inquirió Pandora completamente confundida.

Observó el rostro de su madre sumido en una terrible oscuridad y percibió sus ojos nublados por las lágrimas que amenazan por salir. Entonces lo confirmó, algo demasiado malo estaba ocurriendo, pues ella no perdía el control de sus emociones de esa manera. Y antes de que pudiera comentar algo Narcisa inmediatamente limpió su rostro con las mangas del vestido.

– Tenías razón, hija. –soltó–. Mi hermana, la desgraciada Bellatrix Lestrange, está viva y se oculta en algún lugar de este castillo. ¡A saber qué nos hará si nos encuentra! Nos vamos ahora mismo.

Entonces, sin saber siquiera de dónde provino, un gigantesco resplandor esmeralda iluminó la habitación seguido de un prohibido «¡Avada Kedavra!» en toda plenitud. La maldición iba en dirección a la familia. Pandora empujó a su progenitora y hermano a un lado, causando que el maleficio impactase vilmente contra el muro del castillo para después provocar una pequeña exploción. El lugar se llenó de gritos cargador de temor, trayendo como consecuencia que los profesores observasen con detenimiento a la persona que había lanzado el conjuro.

Cho Chang permanecía de pie sobre la mesa Ravenclaw, con su varita en la mano y las pupilas dilatadas a tal manera que parecía un demonio. Narcisa se recompuso rápidamente y sin una pizca de remordimiento exclamó:

¡Depulso!

Narcisa era excelente duelista, pero no lo suficiente para causarle daño a la estudiante. El hechizo se desvaneció contra una barrera mágica que protegía a la alumna, y justo cuando Lucius apuntó con su varita a la mocosa para exclamar su propio maleficio fue arrojado fuertemente en contra del muro. Draco y Narcisa corrieron hacia él en busca de socorrerlo.

– ¡Señorita Chang, baje la varita ahora mismo! –se escuchó la voz de Minerva entre tanta gritería de los estudiantes. Se había acercado a la estudiante con severidad–. ¡Es una orden!

The Malfoy Twin | Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora