Capítulo once

4.5K 347 21
                                    

Cedric Diggory: prometido, hijo y amigo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cedric Diggory: prometido, hijo y amigo. 

La chica de cabellos tan dorados como el oro colocó un ramo de flores encima de la lápida, siempre inexpresiva y flaqueada por dos espectros irreconocibles. Una vez depositó las llamativas flores frente a la losa sintió el llamado impotente de su padre.

– Te dije que no volvieras.

– Necesitaba hacerlo.

La fila de mortífagos hizo presencia tras su padre, incluyendo a Narcisa y Draco. No pudo hacer nada cuando una chica alzó su varita para proclamar la Marca Tenebrosa en el grisáceo cielo. Tampoco actuó cuando Lucius apuntó a la lápida de su fallecido prometido y la incendió. Muchísimo menos intervino cuando le arrebataron su propia varita y le ataron las manos para llevarla arrastras a una tumba vacía, en donde seguidamente la arrojaron sin piedad alguna.

No gritó cuando Narcisa le echó tierra en la cara, no luchó cuando cerraron la compuerta de la urna privándola de oxígeno y tampoco quiso llorar cuando comenzó a asfixiarse por el reducido espacio. Porque antes de morir... ya estaba muerta.

Despertó de un sobresalto, jadeando y sintiendo las gotas de sudor resbalándose por su rostro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Despertó de un sobresalto, jadeando y sintiendo las gotas de sudor resbalándose por su rostro. Los tres chicos ocupantes del dormitorio seguían durmiendo sin que nada les afectara, incluso Draco parecía respirar de forma tan tranquila que aparentaba estar muerto. El choque con la realidad le recordó que no existía ningún peligro; Voldemort estaba muerto y ya no podría hacer más daño. 

El corazón le bombeaba con demasiada fuerza y llevó una mano a su pecho para intentar tranquilizarlo. Hacía años que ese tipo de pesadillas no le atormentaban, pero ahora regresaron con la esperanza de hacerle perder la cordura, todo desde que leyó el diario de Cedric.

Sentía las náuseas aglomerarse en su estómago como un torbellino, y con completa lentitud se incorporó de la cama ajena y dio pequeños pasos hacia fuera del dormitorio. Con su varita se iluminó el camino hacia la salida de las mazmorras con un rumbo a la enfermería; le valía una mierda si alguien se encontraba chismeando los corredores del pasillo. 

Una vez llegó a la puerta de la enfermería la golpeó un par de veces hasta que la adormitada Madame Pomfrey le atendió con el ceño fruncido.

The Malfoy Twin | Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora