○ Capítulo 10 ○

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Desperté asustada y con los ojos bañados en lágrimas. El miedo corría por mis venas y en lo único que pensé fue en Manny. Tanto, que al despertar grite su nombre. Tan pronto como intente levantarme, caí al piso de nuevo. La figura de Manny estaba a mi lado, sujetándome. Mi respiración estaba agitada y me costaba tomar aire. La frente sudaba y las gotas recorrían hasta mi cuello. Cerré los ojos intentando calmar mis jadeos. No reconocía nada a mí alrededor. Tenía la vista un tanto nublada. Pero si podía observar como el ambiente era oscuro y percibí que había personas que se acercaban. Empecé a gritar al sentir una brisa escalofriante. Mis aullidos me llevaron a acurrucarme en el suelo. No sabía dónde estaba.

—Lily, cálmate —Escuché la profunda y sólida voz de Manny. Me enfoqué en la figura de mi lado. Poco a poco, la vista volvió a estar normal y pude encontrar sus ojos. Luego, muy despacio, observé el lugar en el que estaba. El prado que recordaba no era así.

El lugar estaba ensuciado de una especie de niebla azul oscuro. Las flores eran negras, tal cual como la que toqué antes. Quizás se había hecho de noche y yo me había dormido allí en el prado. Pero no podía ser así, porque había muchísimas personas con rostros tristes y acongojados. Vestían ropas negras. Pero lo peor, hizo que intentara retroceder y que un ahogara un jadeo miedoso. Rápidamente, las lágrimas reiniciaron su recorrido, cuando me di cuenta de que las personas llevaban algo gigante en sus espaldas. Eran... alas.

Alas oscuras, que desplegaban un sentimiento de inseguridad y agonía. Lloré y grité. ¿Estaba muerta?

Me acurruqué en los brazos de Manny. Lo único que se escuchaba eran mis jadeos y quejidos de dolor, de pena. Sin embargo, espere por el abrazo del chico y no llegó. Sentí su mano pasar por mi espalda y ahí, algo comenzó a picarme. Supuse que eran las espinas de las flores, pero el miedo en mi interior se asomaba.

—Mi...espalda —Susurré.

Manny no dijo nada, solo se levantó. Me ofreció su mano y la tomé, pero fácilmente perdí el equilibrio. Casi caigo al suelo otra vez, pero Manny me sujetó con fuerza por la cintura.

—Lleva tiempo acostumbrarse —Dijo despacio.

El peso en mi espalda y la forma en que dijo aquello, me dio a entender que algo no andaba bien. Manny me sostuvo. Todos me miraban con una expresión de angustia, algunos agachaban el rostro, otros incluso lloraban. Una mujer joven se acercó a mí.

—Bienvenida, Lily —Su voz sonaba dulce, pero a la vez era tan triste como el rostro de los demás.

— ¿Dónde estoy? —Mi garganta tembló.

—Esto... es el mundo de los Ángeles de Alas Negras. Es el prado —Tan rápido como llegó, se fue.

Miré a Manny, quien aún me sostenía. Su mano acunó mi rostro y no pude evitar soltar más lágrimas. Estaba asustada de lo que sucedía.

—Me duele la espalda —Dije sintiendo el peso.

Sin esperar nada, miré la sombra que se cernía tan leve detrás de mí. Me estremecí al ver que lo gigante que tenían los demás en sus espaldas, incluso Manny, estaba en mí.

Tenía alas.

—Esas son... —Las lágrimas seguían cayendo. La situación me desgarraba el corazón. Sentía un dolor fuerte en el pecho y sabía que mi rostro se desfiguraba a la par con mis quejidos.

—Intenté alejarte de esto, Lily —Dijo Manny. Sus manos se estremecieron en mi cintura —Pero nunca escuchaste las advertencias.

— ¿De qué estás hablando?

Él suspiró y con cuidado me mantuve en pie. Manny tomó mi mano y me instó a caminar.

—Vamos, te explicaré en otro lado —Lo seguí como pude, tambaleándome. Me sentía extraña con las nuevas extremidades en la espalda. Me sentía diferente.

Un Ángel De Alas Negras © (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora