○ Capítulo 3 ○

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Hoy me desperté en el hospital, me sentía horrible, pero había soñado algo mucho peor. Estaba en un bosque donde el sol iluminaba la oscuridad de los árboles. El lugar tenía un aura azul, muy opaca, casi negra. Me encontraba recostada en las flores, al instante me levante y repare en que todas las rosas eran de tonalidad oscura. A mi lado, un conejo negro me observaba. Parecía inquieto, como yo. De pronto, salto encima de mí.

La impresión hizo que despertara muy asustada y mareada. Cuando logré estabilizarme, me fije en que llevaba un parche en el lado izquierdo de mi rostro, donde se supone que estaba mi herida. Tenía una aguja en cada brazo, además de uno en la vena de mi mano. Esa era la que más dolía. No entendía porque tanto alboroto, si solo había tenido una cortada en la mejilla. Incluso el parche demostraba un largo recorrido por mi cara.

En la esquina de la habitación, estaba mi madre durmiendo.

—Mamá — le dije en un susurro, no podía hablar bien. Tenía la garganta irritada.

Mi madre despertó, y algo somnolienta, se acercó a mí.

—Hola amor, ¿Cómo te sientes? —Unas pequeñas gotas de agua surcaba el rostro de mi mamá. O había estado llorando o lloraría en ese momento.

—Un poco mejor —Mi intención era calmarla, porque por dentro sentía las náuseas correr por todo mi esófago, además de la debilidad de mis músculos.

—Qué bueno hija —La miré intentando preguntarle cuanto tiempo llevo así. Pareció leer mi mente, porque me respondió —Haz estado anestesiada por dos semanas.

Su cara demostraba largas horas sin dormir, ya que, sus ojeras se marcaban con demasiada facilidad.

¿Cómo era posible que estuviera dos semanas en el hospital, si había recibido un corte solamente? No es como si hubiese sido una espada. Le pregunte el porqué de una manera anonadada.

—Es que no fue una cuchilla solamente, al parecer tenías infectada la sangre con óxido —Comenzó a sollozar —Seguramente, era un arma muy vieja la que tenían. Tuvieron que hacerte muchas pruebas, y desinfectar tu sangre. Te tuvieron en tratamiento durante esas dos semanas.

—Mamá... —Quería detenerla, pero ella continuo, al parecer necesitaba soltarlo. Una técnica que libera el alma de las penas. O eso creo.

—Dijeron que era complicado —Una lagrima corrió por su mejilla con desesperación —Hoy es la primera vez que despiertas sin tener una ataque.

Papá llegó a la sala en donde estábamos. Abrazó a mi madre y me acarició la mejilla.

—Fue horrible hija —Él también había estado llorando —Te daban shocks sépticos. Creíamos que ibas a...

Mamá lloró. No fue la mejor consolación. Pero de algo podíamos alegrarnos. Sobreviví a eso y desperté mejor.

—Ya estoy bien, digo, estoy cansada y siento como si estuviera resfriada —Los miré mientras me enderezaba lentamente en la cama —Pero, estoy aquí con ustedes. Eso es lo que importa.

Les sonreí levemente, es decir, lo que mi fuerza me permitía. Ellos también sonrieron. El ambiente se calmó bastante.

—Lamento que no hayamos podido ir al paseo —Me sentía responsable de ello y no podía evitar estar triste.

Ellos rieron y papá respondió:

—Lo postergaremos lo que podamos cariño. Nos servirá para pedir licencia del trabajo.

Reímos y se sintió genial. Ellos estaban para hacer feliz a los que amaban. Sin embargo, entre toda la risa, recordé a Emma.

—Mamá, ¿Qué pasó con Emma? —Le tomé la mano, esperando la realidad.

Un Ángel De Alas Negras © (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora