○ Capítulo 14 ○

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Desperté en una habitación llena de oscuridad, pero mirando y analizando, caí en la cuenta de que era la de Manny. Recordé lo que había sucedido casi al instante, me había desmayado con tan solo ver la fotografía de Arlette o Anette, como sea. Me levanté rápidamente y abrí la puerta. A las afueras no había nadie, así que me encaminé nuevamente hacia el prado.

Manny estaba mirando el limbo con ojos perdidos entre la luz que emanaba el agujero. Me acerqué a su lado y le dije:

— ¿Sabías que...? —

— ¿Dónde fuiste? —Interrumpió serio.

—De eso quiero hablarte —Afirmé.

—No hace falta.

Él se dio vuelta para mirarme fijamente a los ojos. Estaba serio y su rostro se tensaba cada vez que hablaba.

—María Francisca ya me contó que preguntaste por su amiga Arlette —Se cruzó de brazos.

Hubiese querido decirle lo que estaba pensando, pero me había dejado descansando cuando necesitaba respuestas.

—Manny, eso... —De pronto, cuando esperaba que me gritara o algo parecido, hizo todo lo contrario. Me abrazó y por la sorpresa del gesto, no pude corresponderle.

—No hagas eso de nuevo, cuando volví a la cabaña no estabas, te perdí de vista un segundo y me asuste...— Le acaricié el rostro ignorando lo atónita que me tenía su actitud.

Viendo la lucidez de sus gestos y la pasión de sus palabras, cualquiera podría ser ese salvador, incluso Manny.

—Lo siento —Dije separándome de él.

Después de unos segundos en los que nuestros ojos se encontraron e hicieron que nuestras manos temblaran. Al darnos cuenta, nos reímos incómodos.

—No quería molestarte —Respondió refiriéndose al abrazo.

Sonreí.

—No me molesta.

— ¿Enserio?

— ¿Por qué me molestaría un abrazo tan cálido? —Mencioné tiernamente.

Me puse nerviosa en ese momento. Jamás le había hablado de esa manera a alguien y claramente no estaba midiendo mis palabras, pero él no pareció notarlo.

—Cuando llegué aquí, estaba muy asustado y extrañaba a mi mamá. Siempre buscaba a alguien que no le molestaran los abrazos, es ridículo...Parecía un niño pequeño —Dijo sacudiendo la cabeza.

—No lo es...es tierno —Me posicioné detrás de él y dejé que mi mente vagara por la tranquilidad. Lo abracé por la espalda, de inmediato su cuerpo se tensó. Pasé las manos por su abdomen y por encima de la camiseta pude sentir su respiración agitada. Manny entrelazó sus dedos con los míos.

—Nunca he estado así...—Susurró.

— ¿Así cómo...? —Cerré los ojos sintiendo sus músculos relajarse.

—Así... —Rio —Con una chica.

Nos reímos de lo inocente de la situación e intenté apartarme, pero él no quiso soltarme las manos.

—Nunca dije que no quería.

Me sentía a gusto con él. Era pacifico sentir esa conexión.

Al poco tiempo después, nos sentamos debajo de un árbol cercano, que se iluminaba con la luz del limbo. Había olvidado decirle lo que había descubierto de Anette y sobre su historia, lo hubiese hecho ahí mismo, pero estábamos tan calmados, que no quería romper ese momento.

Un Ángel De Alas Negras © (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora