17. El Regalo del Ocaso.

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Jenna corre al campo de Quidditch con todo lo que sus piernas dan, llevando su Starbuster 360 en mano; deja que el fresco viento de la tarde dé de golpe contra su rostro, para intentar eliminar de esa forma el enrojecimiento de éste luego de haber llorado un poco al salir del Aula donde había estado practicando con sus amigos.

No quería que James Potter notara que estuvo llorando.

Llega al campo de Quidditch, al menos unos 20 minutos más tarde de lo acordado, respirando agitada y mirando en todas las direcciones, en busca de James.

-Disculpe, señorita.

Jenna se voltea un poco sobresaltada y ve al chico acercándose a sus espaldas, con una sonrisa de lado. Ella sonríe entonces, y suspira realmente aliviada de que el chico no decidiera marcharse por su retraso.

-Jenna: ¿Sí?

Él la mira divertido, caminando lentamente hacia ella, con aire despreocupado y las manos dentro de sus bolsillos. Llega hasta Jenna y toma la escoba de su mano con delicadeza, posiciona entonces la escoba y se monta en ella con agilidad. Jenna solo lo ve hacerlo, atenta; James comienza a dar suaves vueltas alrededor de ella con elegancia. «Presumido...» piensa Jenna sonriendo con una ceja alzada.

-James: Normalmente nunca abordaría de esta forma a una chica (dijo al fin, con expresión serena), pero... no he podido evitar fijarme en que tiene usted los ojos de una dama de la que una vez estuve locamente enamorado.

James sigue volando alrededor de Jenna. Él está actuando y ella decide seguirle el juego.

-Jenna: Es una pena amar solo una vez (le sonríe traviesa). He oído decir que hay hombres que consiguen amar dos veces, e incluso más (se burla).

-James: Yo solo he delirado una vez. Nunca volveré a enamorarme.

Jenna continúa en el mismo lugar, girando de tanto en tanto siguiendo los hipnotizantes movimientos de James. Él, por su parte, vuela un poco más alto; da vueltas, se luce sobre la escoba.

-Jenna: ¡Pobre chico! (dice un poco más alto, fingiendo pena) Esa chica debió de hacerle mucho daño.

-James: Cierto, me hirió de muchas maneras (con expresión dolida).

-Jenna: Pero eso tan solo era de esperar (con naturalidad. Le divierte la situación). ¿Cómo no iba a amar una chica a un jóven tan apuesto como usted?

James sigue volando lentamente a su alrededor. Jenna puede distinguir una sonrisa en sus labios, luego vuelve a ponerse serio.

-James: No lo sé (con fingida modestia), pero creo que no me amaba, porque me atrapó con una inocente mirada y luego desapareció sin decir palabra... (y se detiene bajando de la escoba de un salto. Mira a Jenna directo a los ojos) Como el rocío bajo la luz del alba.

James se acerca a Jenna sin apartar su vista de ella; como el león que acecha a su presa.

-Jenna: Como un sueño al despertar (dice suavemente, sonriendo).

-James: (Llega hasta ella) Como una Veela que se desliza entre los árboles.

Jenna se queda callada. Mira fijamente a James quien se encuentra muy cerca frente a ella; Jenna traga saliva nerviosamente.

-Jenna: Esa chica debió ser verdaderamente maravillosa para enamorarlo tanto.

-James: Era incomparable (sonríe).

-Jenna: ¡Bueno! (divertida) Bien sabemos que con todas las muñecas se puede jugar.

Jenna suelta una risita. James se pone serio de nuevo.

EL LEGADO y El Asedio de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora