27. Madame Weasley.

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A Jenna le encantaba comprar ingredientes para Pociones, entrar en la Droguería le parecía fascinante y si tuviera la oportunidad y el dinero, compraría todos los ingredientes que vendían en el lugar; por muy repulsivos que parecieran, se los llevaría todos. Jenna le sigue el paso a Harry Potter, extrañándose del rumbo que tomaba; él había dicho que irían a una tienda nueva, pero el camino que recorrían le era familiar a la chica.

-Jenna: ¿Este no es el camino que lleva a la Bótica de Slug y Jigger, señor Harry?

-Harry: Así es, mi amiga compró el lugar hace unos meses y aperturó otra de sus Bóticas aquí. Ya con ésta son cuatro incluyendo la que tiene en Francia. Por tanto trabajo en el Ministerio no he podido visitar la nueva tienda.

-Jenna: ¿Tiene cuatro Bóticas? (impresionada) ¡Es realmente asombroso!

-Harry: Lo es, ella ama las pociones tanto como tú, Jenna. Incluso de vez en cuando trabajamos juntos. En el Departamento de Seguridad Mágica hay un área especial para la Identificación y Elaboración de Sustancias Mágicas Peligrosas, y ella es la encargada en el.

Jenna mira a Harry y sus ojos se iluminan, ¿un área para identificar y elaborar sustancias peligrosas? Obviamente debía tratarse de pociones, elaborar e identificar pociones avanzadas y peligrosas... En definitiva, eso le llamaba la atención.

-Harry: Ahí está.

Jenna vuelve su vista al frente; donde antes se encontraba la pequeña, antigua y muy sucia Bótica de Slug y Jigger, ahora relucía con una fachada en dorado y magenta, coronándolo un precioso y elegante letrero brillante que rezaba Madame Weasley: Bótica Artesanal. Y con ese simple nombre, Jenna siente que el corazón le da un vuelco. Conoce ese nombre.

Harry abre la puerta e inmediatamente se escucha un gran estrépito, cajas cayendo; copos de nieve aparecen de pronto del techo, evaporándose a mitad del camino; hojas de papel que danzan lentamente hasta el suelo habiendo sido elevadas por una extraña ráfaga de viento dentro del local y, a continuación, la voz de una mujer que se queja:

-Agh, deja de reírte Francesca...

Harry Potter sonríe inevitablemente muy divertido y pasa a tocar la puerta ya abierta.

-Harry: Toc, Toc.

-¡Está cerrado! (grita desde algún lugar detrás del mostrador) Aunque si la puerta está abierta es obvio que ya no está cerrado.

Jenna presiona los labios para no reír.

-Harry: Soy yo, Leyla.

-Leyla: ¿Harry? (asoma la cabeza rápidamente desde detrás del mostrador) ¡Harry!

Jenna abre mucho los ojos, sobresaltada por un momento; la mujer que veía frente a sí, era como ver a Delphi unos años mayor, solo que la mujer llevaba el cabello muy rizado y negro y su mirada se notaba llena de vida.

La mujer llamada Leyla se levanta rápidamente del suelo, alisando su túnica color celeste y se acerca a los recién llegados sacudiendo su cabello lleno de lo que parecían ser pequeños colmillos.

-Harry: ¿Estás bien?

-Leyla: Ah sí, me cayeron varias cajas de colmillos de murciélago encima, pero no hubo sangre, así que estoy bien. Hacía tiempo que no te veía, Harry. Ni siquiera coincidimos en La Madriguera.

-Harry: El trabajo (sonríe apenado), ya sabes...

-Leyla: La vida de adultos, sí. Y que haces por aquí con... (sus ojos se desvían hacia Jenna y levanta una mano en ademán de saludo) Hola.

EL LEGADO y El Asedio de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora