-. La Eterna Enamorada. Parte 2.

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Albus respira con dificultad, sintiendo que su mente había dejado de pensar con claridad desde hacía un buen rato; por eso, las palabras de Hanna llegaron a su cerebro de forma atropellada, desorientándolo aún más si era posible.

-Albus: ¿Qué... Qué demonios estás diciendo?

-Hanna: Lo que escuchas...

-Albus: ¡No tengo tiempo para bromas, Hanna! (suelta con más aspereza de la que deseaba) Si me dices claramente...

-Hanna: Buscas a la chica de las cartas, pero no la encontrarás en el Aviario, Albus... Ya que esa chica soy yo.

-Albus: (Sus cejas caen con desconcierto) ¿Qué?

Hanna le sonríe de lado y Albus siente de pronto que su garganta se cierra, impidiéndole el paso del aire; siente que está dentro de uno de sus tantos sueños, que ha dejado de pisar tierra y puede desplomarse en cualquier momento. Si antes sentía que no podía pensar con claridad, ahora simplemente parecía haber olvidado cómo se pensaba de manera racional.

Su Eterna. ¿De verdad había encontrado a su Eterna?

Con sus ojos casi fuera de sus órbitas y su boca sin poder cerrarse, comienza a avanzar hacia la chica rubia, como si se hallara en un trance. Su cuerpo parecía saber qué hacer, pero su mente no reaccionaba.

¿Qué debía decir ahora? ¿Era real? ¿Estaba soñando acaso? ¿Ella estaba jugando con él?

-Albus: ¿Es una broma? (logró pronunciar con un hilo de voz) Porque si ésto es una broma, es de muy mal gusto, Hanna...

-Hanna: Albus (con mucha dulzura), ¿cómo puedes creer que bromearía contigo con algo así? Soy yo, he sido yo todo este tiempo... Y ha sido realmente increíble que no te dieras cuenta mucho antes (le sonríe tiernamente), amado Albus.

Albus contiene la respiración ante esas últimas dos palabras; de esa manera su Eterna lo había llamado desde un principio, iniciando siempre sus cartas de la misma forma.

-Albus: ¿Eres ella?

Hanna sonríe ampliamente con mucha ternura y Albus la toma de los hombros con muy poca delicadeza.

-Albus: ¿De verdad eres tú? (casi la zarandea con desesperación) ¿Mi Eterna? ¿Lo eres? ¡Hanna! No tienes idea... No tienes la más mínima idea... (su voz se rompe)

El Slytherin cubre su boca con una mano, siendo inevitable para él que sus ojos comiencen a humedecerse. Con una expresión de profundo dolor, coloca nuevamente su mano sobre el hombro de la chica, esta vez con mayor suavidad.

-Albus: No tienes ni idea... de todo lo que significas para mí...

-Hanna: Sí lo sé, Albus...

-Albus: ¡No! (niega fervientemente y una lágrima cae, deslizándose en su mejilla) No tienes ni idea, Hanna... Maldición, ¿cómo podría explicarte? Has sido... como un ángel enviado a salvarme. Lo que tus palabras han hecho en mi corazón, en mi vida... Ha sido por ti por quien he cambiado, por quien he aceptado todo el caos que ha sido mi vida (más lágrimas siguen cayendo de sus ojos). Me has brindado todo de ti, aún sin recibir nada a cambio... Perdóname, por favor, perdóname por eso...

-Hanna: No, Albus (le sonríe dulcemente, colocando sus manos sobre sus mejillas y limpiando sus lágrimas). No hay nada que perdonar.

-Albus: Eres un ser sumamente valioso para mí, ¿lo sabes? Necesito que lo sepas. Necesito que sepas que esta vida no me alcanzará para agradecértelo.

EL LEGADO y El Asedio de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora