-. La Llegada de los Peores Días. Parte 2.

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El Sentimiento de un Corazón
Engañoso.

"-Harry: ... La amó demasiado... Y aún sin ser correspondido, su alma se fundió con la de ella y sus esencias se volvieron las mismas como solo ocurre con el más puro y desinteresado amor. De esa manera ocurrió, el Patronus de aquél hombre del cual llevas su nombre tomó la misma forma que el de ella... Que el de mi madre..."

Esa historia Albus ya se la sabía de memoria, y aún así, se había quedado dormido con El Libro de los Hechizos de Miranda Goshawk sobre su rostro, en un vano intento de encontrar una explicación distinta a la que muy bien conocía sobre lo que le estaba pasando.

Si lo miraba desde otra perspectiva, podía comprender el porqué había conjurado una Cierva plateada; le resultaba absolutamente conmovedor el pensar que portaba el mismo Patronus que su abuela Lily e irónicamente del hombre por quién lo habían nombrado así, Severus Snape. Sin dudas, resultaba un honor y le habría encantado contárselo a su padre, si es que los Examinadores del Ministerio no se lo habían hecho saber ya, pero no contaba con ese gran detalle que no podía ser ignorado por él:

Su Patronus siendo el mismo que el de su mejor amiga.

No lo entendía, por más que quisiera no lo comprendía. Él la amaba, sin duda la amaba, pero el amor que sentía por ella ahora era distinto. Aquello que pensó imposible pudo hacerse realidad; había logrado superar los sentimientos románticos que guardaba por Jenna y eso lo traía en paz desde hacía meses, viendo a esa chica como siempre debió verla, como su mejor amiga.

Todo eso debía agradecérselo a su querida Eterna, a Hanna, quién lo había ayudado en el proceso. Pero... ¿Cómo es que las cosas se habían descontrolado de nuevo?

Si se suponía que ya no tenía sentimientos por Jenna, ¿cómo podía explicarse a sí mismo que compartieran Patronus? ¿Acaso en su corazón aún mantenía sentimientos por ella sin él haberse percatado?

¿Qué debía hacer ahora? Ese era un tema que había quedado atrás; Jenna era su mejor amiga, casi como su hermana. Además, era la novia de su hermano; la única chica que James había amado. ¿Cómo podía ahora mirar a la cara de su hermano? ¿Cómo iba a explicarle lo que le estaba ocurriendo?

¿Y su novia? ¿Debería contarle a Hanna lo que le pasaba? Su estómago se oprimía al pensar en ella y en la poca esperanza que tenía de encontrar en su Eterna las palabras correctas de siempre. No sabía si eran imaginaciones suyas o si su mente se hallaba tan confundida por lo que había descubierto en las últimas horas, pero sentía que algo había cambiado.

Y sin desear ver a Hanna esa noche, se encerró en su habitación, corriendo los doseles de su cama para quedar oculto incluso de la vista de su mejor amigo; estudiando rigurosamente todo lo que ya bien había leído con anterioridad sobre el Encantamiento Patronus, hasta quedarse dormido.

Albus despierta el día Viernes, tras otro de sus extraños sueños.

Este había comenzado como uno de los tantos que hace tiempo no tenía sobre su mejor amiga; con una sensación de gran incomodidad más que de la antigua satisfacción que sentía al probar los labios contrarios en ellos, continuando como siempre con la intervención de Dementores. Pero, en lugar de la típica aparición de Delphini antes de finalizar el mismo, este tuvo un cambio; una hermosa Cierva plateada aparecía de la nada, arrasando con todos los Dementores que encontraba a su paso, finalizando entonces con el cantar de una gloriosa voz que él reconoció al instante como aquella que había escuchado al estar junto a la Tumba Blanca.

-Tranquilo, está bien... No debes temer...

Para el asombro de Albus, fue la Cierva quién susurró aquellas últimas palabras, que provocaron que el Slytherin abriera sus ojos de golpe.

EL LEGADO y El Asedio de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora