¡Viva la U!

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No puedo pensar en una etapa más hermosa de mi vida que el tiempo que  estuve en la universidad. Trascender en cuerpo y alma. La academia cambia a las personas, de forma positiva.

Cuando entré a la universidad era una katana de 21 al lado de puros culicagados de 16 y 18 años. No lo puedo negar, eso me dio duro, sentía que había demorado demasiado en llegar a ese punto, era la anciana del salón, pero a la vez estaba feliz de que pasara, así fuera tarde. Nunca me imaginé en la U y ahora estaba estudiando una carrera profesional.

***

Me concentré en estudiar y hacerlo con dedicación, habían muchos temas que no vi en el semi escolarizado, me tocaba hacer el doble de esfuerzo para investigar el tema y adicionalmente las bases que necesitaba.

Hice muy buenos amigos, que me ayudaban enseñándome lo que se suponia ya debía conocer. Me acerque más a los hombres, porque el combo de niñas era bastante fastidiosas. Había una de ellas con la que si hablaba entre descansos.

Karen, también llegó tarde a la U, pero no tanto. A sus 18 años era una mujer guapa y extrovertida. Sus rasgos me recordaban a las mujeres de la india, con sus ojos delineados y alargados como una deidad egipcia. Sus sonrisa sexy por naturaleza, con algo de timidez coqueta, sus ojos café claro que cuando miraba a los lados dejaban percibir un leve estrabismo, que la mantenía insegura.

Poco a poco comenzó a imitar mis pintas rockeras y día a día se volvía más sexy e irresistible. Su dualidad me decía que quería probar una mujer, pero cuando me acercaba se ponía tan nerviosa que más bien la dejaba en paz.

Sus papás controlaban sus horarios al máximo, no la dejaban moverse un milímetro por fuera del camino de su casa a la U. Un día que no llegó el profesor, teniamos dos clases seguidas con el mismo, lo que llamamos un bloque de 4 horas. La invite a almorzar a mi casa, como quedaba cerca, aceptó. Ademas como se suponía que estaba en clase no le iban a poner problema.

***

Thomas y yo ya habíamos comenzado a organizar y preparar el apartamento, queríamos tenerlo todo listo. El día del matrimonio, ibamos a empezar a vivir juntos. La biblioteca la sacamos de una de las habitaciones y la movimos a la sala, al lado del balcón. Juntando la colección de libros, música y películas de Thomas y mía se llenaron todos los estantes. 

Mi tiestico de compu lo regalé porque Thomas trajo el de él, obviamente mas potente, con sonido envolvente. Se convirtió en nuestro centro de entretenimiento.

Tener todo eso en el mismo lugar era mucho más cómodo para recibir las visitas, en vez de hacerlos pasar a una habitación. Eso sí, ninguno de los dos éramos amantes de los muebles, así que compramos un tapete grande, muchos cojines y una hamaca.

Karen entro medio misteriosa, con algo de vergüenza, esperando que la recibieran mis papas. Le conté que vivía sola y de una cambió su actitud, lo único que le pedí es que no lo contara, no me gustaba que se enteraran de demasiados detalles de mi vida privada.

- ¿Puedo? -se acomodó en el piso para quitarse los tenis-
- Dale con confianza -haciendo lo mismo, me encanta caminar descalza-

Después se quitó la chaqueta negra de jean y la descargó en la biblioteca

- Está haciendo un calor horrible

Quedó con una camiseta sisa negra que mostraba hasta las tiras de su sostén. Que delicia de vista, podía detallarme los surcos de su clavícula, hombros y brazos, me provocaba tirármele encima y pasarle la lengua por todo el cuerpo.

- ¿Qué? -preguntaba-
- Nada, pensé que no sabias ni cocinar
- Oigan, como son de machistas en mi casa
- ¿Te gusta cocinar?
- Algunas veces, es hasta relajante
- Si, es una delicia
- ¿Te gustan los postres? -volvió a mirarme con esa risa coqueta-

Mi vida real oculta a la sociedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora