Reunión familiar

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Esas dos palabras juntas son el coco de mi esposo. Le da mal genio y busca miles de excusas para no tener que asistir a esos eventos.

Su papá ya lo había hecho comprometer para que en Noviembre lo acompañemos. La forma de obligarlo, fue pagar todo por adelantado: transporte, estadía, alimentación y licor. Todo con tal de comprometernos a ir. Llevaba 10 años sin ir a las famosas reuniones familiares y al papá era al que le tocaba aguantar la preguntadera de todos por Thomas.

No tuvo escapatoria, hasta a mi me dio pesar del papá y le hice los cuartos para ayudar a convencerlo.

***

En la mañana a eso de las 10 de la mañana nos estaba recogiendo un bus que había contratado para llevarlos a todos. Lo gracioso es que cuando nos montamos, mi esposo me miró extrañado y cuando nos sentamos me dijo: 

- Te lo dije no conozco ni al diez por ciento ¿para qué vinimos?
- Ya relax, vamos a divertirnos por nuestra cuenta y listo

El lugar para el que íbamos era a las afueras de la ciudad, no muy lejos, a los 30 minutos ya estábamos entrando por una carretera destapada, el bus apenas cabía. Cuando abrieron la portada de madera.

- wow -no pude evitar mi expresión-

La finca era un lujo tremendo. Parqueadero en piedras fijas como las calles de Santa Fé de Antioquia, una casa grande de una sola planta de varias habitaciones, ventanas amplias que permitían el flujo de aire y a un costado una cocina enorme una ventana y barra americana de casi todo un costado mirando hacia la piscina.

Al entrar a la casa, pasas a través de un corredor entre la sala y el comedor y te encuentras con una vista aún más espectacular. Una piscina de varios niveles, jacuzzi incluido separado de la piscina por un vidrio templado que permite ver a través. A un costado un sauna con duchas y unas escalas que van a dar a una terraza con sillas para tomar el sol. La piscina era todo un lujo tenía chorros de hidromasaje, chorros externos tipo fuente que pasan de una lado al otro.

El tío adinerado de la familia, nos saludaba desde el otro costado, mientras apretaba unos botones encendió el climatizador y comenzaron a salir burbujas por toda la piscina. 

Pasamos de largo hasta un kiosko con una sala y dos mesas largas, dos baños y una barra. Detrás del kiosko, se podía ver una cabaña como a cuadra y media, no tan lujosa como la principal, pero sí muy bien escondida.

- No lo puedo creer -vino el tío estirándole la mano a Thomas- se digno a venir
- Tío, usted sabe que me mantengo ocupado
- Güevón tan bobo, yo me mantengo peor que usted. No se puede perder tanto -lo abrazó-
- Te presentó a mi esposa, Erika
- Uy sobrino -me extendió la mano y dio un beso en la mejilla- que hermosa mujer -me alcancé a sonrojar
- ¿Dónde nos podemos acomodar? -le preguntó Thomas-
- Donde quieran ¡están en su casa!
- Puede ser allá -señalándole la cabaña al fondo-
- Esa es la que usan mis nietos cuando vienen, pero hágale, de una

Era mucho más pequeña que la principal, pero con todos los lujos deseados, habitación con aire acondicionado, baño con tina, cama king size y una televisor LED enorme. ¿Qué más le podíamos pedir a la vida? íbamos a poder dormir aislados de los demás.

Ahora lo maluco... un par de Rockeros a integrarse con la familia guapachosa y rumbera. Excusa perfecta irnos para la piscina, salíamos solo por ratos, para la comida, picadita, almuerzo, chorro y otras vez al agua. Nos integrábamos solo lo necesario.

Ese día había clásico Nacional vs Medellin y les dio la brillante idea de ponerlo en el TV del kiosko a todo taco. Si hay algo que no soportamos ninguno de los dos, son los fanáticos de fútbol, gritando, hijueputeando y discutiendo de forma exagerada.

Mi vida real oculta a la sociedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora