Mi fetiche

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Muchos se quejan de la vida de casados, obviamente no es lo mismo que vivir solos, hay peleas pendejas por la crema de dientes, la tapa del sanitario, el desorden o algunas decisiones que afectan a ambos.

A mi sinceramente me ha ido de maravilla, Thomas sigue siendo transparente, se muestra tal y como es desde que lo conocí, no me he llevado ninguna sorpresa, o bueno, más bien ninguna sorpresa negativa.

Para lo consentido que lo tenía la mamá me esperaba un man que quisiera que le hicieran todo, por el contrario, él mismo organiza la casa y cada 15 días contrata una señora para ayudarnos con la limpieza, lavar ropa y planchar. Eso si, no le gusta ni cinco cocinar, pero mientras yo lo hago, se sienta cerca y me lee algún libro.

A mí es quien le ha tocado cambiar varios vicios, pues soy mas relajada para dejar las cosas donde sea y la pelea fija es cuando encuentra mis zapatos tirados en medio de la sala o en el corredor.

En el tema sexual ni les digo, esta casa ha sido probada de arriba a abajo, no hay habitación, pared, viga, ventana que se haya salvado. Hasta una noche con tragos encima y como a las 3 de la mañana lo hicimos en el balcón.

Nos proponemos juegos y cada uno hace su papel con gusto, con tal de darle placer al otro.

***

Lo que estoy a punto de contarles cambio nuestras vidas. Sucedió hace mucho, solo llevábamos 1 año de casados. Thomas trabajaba en una empresa reconocida de la ciudad y el día de la fiesta de la familia hacen un evento grandísimo.

Había invitado a sus papás, hermana y obviamente a mi. Por dónde pasaba lo saludaban, le ofrecían chorro en todas las mesas, lo presentaban con los papás de los empleados y no faltaba la vieja trepadora que lo saludaba de abrazo y beso en la mejilla. Yo estaba que me mordía un codo por quitarle todo ese montón de zorras de encima. Se les notaba la falta de educación, porque apenas me presentaba como su esposa, con mayor razón se le insinuaban.

Para que yo explote de celos es difícil, pero estas ya estaban muy pasadas y el por decente no las paraba. En un rinconcito le hablé, exasperada. La bobada me duró poco.

- Mor, usted es el amor de mi vida, ellas no te llegan ni a los talones
- Es que están muy trepadoras
- Envidia, es mejor despertarla que sentirla

Me dio un beso y seguimos el recorrido abrazados. Me relajé un poco y él mismo se encargaba, muy sutilmente de que cayeran como cucarachas envenenadas, me presentaba como su amada esposa y me daba un beso.

Eran tantos, tantos empleados de todas las sedes que esta vez les tocó alquilar el Jardín Botánico para el evento. Estuvimos toda la tarde aguantando el chinches correr y gritar y por la noche, músico bailable. Ni modo, tocó aguantarse y al menos disfrutar el momento hablando con algunos de sus compañeros que ya conocía.

Su familia se fue a eso de las 11 de la noche, a él por su cargo le tocaba quedarse hasta el final.

Como a la 1 de la mañana se acabó el evento, nos ubicamos por la salida del parque Explora para él poder despedirse de las familias. Sentí un abrazo por detrás, un abrazo que ya había sentido antes. Un escalofrío me recorrió de la cabeza hasta los pies.

Dí la vuelta e inmediatamente se me colgó del cuello efusivamente. Me colocó su cara al frente y me tocó disimular rápidamente dándole un beso en la mejilla y alejándome antes de cometer un error involuntario.

Ahí estaba a uno metros de mi esposo y un montón de sus empleados, me moría de ganas por tirarmele encima y comérmela a besos. El corazón se me iba a explotar y todo me temblaba... era ella, mi primera novia, la persona con la que confirmé que efectivamente me gustaban las mujeres.

Mi vida real oculta a la sociedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora