Intrusa

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A mi jefe en diciembre le dan los ataques de nostalgia recordando a la mamá que se le murió por esas fechas y cada rato nos manda temprano para la casa para que disfrutemos de la familia. Llamé a Pilar y a ella le pasó todo lo contrario, no le dieron un respiro hasta tarde en la noche.

Así que aproveché el tiempo, me fui a comprar uno regalitos para ellas en mi sexshop favorita.

***

Nunca me había tocado tan llena, como que es viernes y todo Medellín lo sabe. Marcela me hizo señas que en un ratito me atendía, así que me fui a la sección de consoladores a lolear mientras tanto.

Ustedes ya saben que me encanta como está mujer atiende. Es amable, respetuosa, servicial y no tiene tabúes para hablar, así que no importa el tema que le preguntes te hace muy buenas recomendaciones.

Hoy mientras atendía los otros clientes aproveché que estaba distraida para verla con más detalle. Definitivamente tiene lo suyo, me antojé de coquetearle un poco aprovechando que había ido sin mi esposo.

Al fin se quedó sola la tienda y ella se acercó a saludarme de pico, yo la abracé efusivamente y dejé mi mano en su cintura mientras le preguntaba por unos dildos que había exhibidos.

Ella también hizo lo mismo, me pasó la mano por mi cintura de lo más natural del mundo y con su otra mano me señalaba y recitaba las características.

Miraba el exhibidor, me señalaba con su otra mano para explicarme de cada producto, luego nos mirábamos y me seguía explicando, volvía a seguir su mano con la mirada y en una de esas más bien me quedé con los ojos clavados en su cuerpo.

Cuando regresó la mirada y vió que mi atención estaba en ella, sonrió un poco, se tiró el cabello detrás de su oreja y bajó la mirada un poco tímida.

- ¿Qué pasa? -me preguntó-
- Nada, que pena, me distraje un momento

El escote de su pecho se llenó con un suspiro, volvió a señalarme con la mano -aclaró un poco su voz- antes de continuar.

No me aguanté y me le acerqué al cuello para oler su perfume y soltar un poco de mi aliento tibio.

- Ay que pena, no ne que me pasa hoy, debe ser tu perfume, está delicioso
- Da...le fresca -tartamudeo un poco e inclinó su cabeza ofreciendo su cuello-
- Es que a mí no me gustan los perfumes, pero estas deliciosa -me tape la boca simulando que me había equivocado- eh perdón, está delicioso
- ajam -volvió a mirarme con risa coqueta- ¿Qué intentas?
- Nada
- Sí claro ¿Vos nunca habías sido así?
- No sé, hoy estás irresistible

Soltó su mano de mi cintura y se fué a escudarse detrás del mostrador, no estaba molesta, seguía con esa sonrisita tonta que hacemos las mujeres cuando nos queremos hacer las rogadas. Dí la vuelta y me paré en al frente.

- Me sobrepase ¿Cierto?
- No fresca, sino que hace tanto que venís acá que no me lo esperaba

La cogí la mano, extendiendo su brazo hacia mi boca y le di un beso en el dorso de la mano

- Disculpa, no vuelve a pasar

Cuando fui a soltarla apretó con fuerza para que no lo hiciera, esos cachetitos se le colocaron rojos y no era capaz de sostenerme la mirada.

- ¿Qué vas a hacer hoy? -mi inconsciente escupió sin siquiera pensar en las consecuencias-
- Nos vamos a reunir en la casa de mi abuela
- ¿Con el novio?... ¿o es novia?

Se rio tirándose hacia atrás en una carcajada inmensa, que la hizo ver hermosa, pelando sus hermosa dentadura.

- No, solo con la familia, este año no hay novio
- Y si te invito a una -tocando con mis dedos la palma de su mano. Si lo sé, como todo un camionero, viejo verde- fiesta?
- Suena interesante -ella enroscó sus dedos, aferrándose a los míos- ¿Dónde?
- En Llano Grande con una amigas
- ¿Solo mujeres?
- Si, lastimosamente no va mi esposo
- Si, una pena que él no vaya -volvió a sonrojarse-
- ¡Ah sí! confiesate, solapada -le dije con tono burlón-

Mi vida real oculta a la sociedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora