Nuevo rumbo

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Al parecer si regresé cambiada, igual seguía estallada por dentro en mil pedazos, pero como que algo hizo clic en mi cabeza.

Me estaba dando locha lo mismo y no ver evolución, el mismo mundo, los mismos borrachos, las mismas pelaitas que ya me había cansado de comer.

No me faltaban mis tardeadas de café en el parque cerca de la casa. Para hablar con algún artista, algún deschavetado o con alguien interesante que aparecía cualquier día para contarme su vida.

En una crisis existencial, me antoje de macho, no sé, solo me dieron ganas. Me cogió un profesor de filosofía, me echo el cuento y terminé como una semana dándole a eso como si no existiera un mañana, salíamos de cacería a robarnos incautas a los bares y tener sexo entre los tres. Me intentó convencer de hacerlo con otros manes, pero nunca me animé.

Una día me desperté entre un desorden tremendo, olía asqueroso. Me movía y todo me daba vueltas, veía borroso. Había una nena dormida encima de él, tenían la pelvis y el miembro chorreados de sangre, al igual que la sábana y el colchón. La nena tenía el periodo. Me miré las manos y las tenía llenas de sangre seca, me levanté corriendo para el baño y al verme en el espejo la boca llena de sangre me pegue de la tasa a vomitar.

No me acordaba de nada de lo que había pasado, pero fue suficiente para saber que con ese man iba a terminar en un basurero físico y mental. Recogí mis cosas y me largue antes de que despertarán.

Las noches llegaban y solo me provocaba encerrarme. En una de esas rachas malas tocó empeñar el TV. Volví a retomar la lectura, prestaba libros en la biblioteca pública y me los devoraba como un ratón. Encontrarme con Justine y las letras del Marqués, fue una catarsis tremenda, era inevitable no querer comportarse como Juliette y su maravillosa e irónica vida. Pero mi mente no se cansaba de decirme  «Si claro, eso solo pasa en los libros»

Un día me parché en el balcón a ver pasar gente, analizar cómo se movían, inventar las conversaciones que tenían y me acordé «¿Qué será de ese man?»

El que había conocido por internet y que me había llamado tanto la atención en su momento. Me picó la espinita, prendí el computador y me conecte a internet. Busque sus mails y los volví a leer. «Me comporté como una niñita, debe pensar que soy una culicagada malcriada». Busqué el botón de nuevo mensaje:

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Hola, soy yo de nuevo.
Que pena la grosería de la vez pasada.
¿Podemos volver a empezar?
Este es mi Messenger ladyweekend@hotmail.com
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Deje el computador encendido y me dediqué a preparar la comida. Al rato sonó el tuclu característico anunciando un nuevo mensaje.

- Hola groserita ¿Cómo estás?

Apague lo que tenía en el fogón y me senté a hablar con él. Arrancar fue bastante incómodo tocaba sacarle las palabras con ganzúa. Me confesó que era muy desconfiado y como trabajaba en sistemas le habían tocado ver demasiados fraudes y robos de cuenta de internet, por eso no daba muchos detalles.

Le mandé dos fotos mías y fue peor.

- No usted tan linda que se va poner en esas. Debe ser una nea escribiendo pa ver cómo me atraca.
- No, ¿entonces por cámara? ¿Pa' que me crea?

En esa época las conexiones eran lentisimas, al menos las de las casas que a uno le daba para pagar. Los vídeos de baja resolución, pixelados a morir. Puse la cámara un rato, moví la mano y gesticulé un hola con la boca.

- Sigo sin creerte, eso debe ser un montaje
- ¿Qué hago pues pa' que me crea?
- Póngase el dedo en la punta de la nariz, haga bizcos y una mueca

Mi vida real oculta a la sociedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora