El primer amor

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El más inocente y el que más duele.

***

Desde muy pequeña me di cuenta que no era lo que llamaban normal, los niños me parecían estúpidos y no me interesaban en lo más mínimo, hasta me olían maluco, sudorosos de estar corriendo a toda hora.

Cuando empezaron con el cortejo de los besos inclusive lo intenté, pero no lo disfrutaba, más bien buscaba la forma de ir a jugar en la casa de mis amiguitas, induciéndolas a explorar, a estar cercas de ellas, abrazarlas e inclusive hasta ver nuestros genitales, no lo hacía con ninguna intención sexual, pero me causaba demasiada intriga saber como eran las demás. Sin embargo, esas mismas amiguitas luego me sacaban el cuerpo por rara.

Mis papás se separaron cuando aún era muy pequeña, no culpó a ninguno de los dos. Ella celosa y él un coqueto, ambos no sabían como ponerle freno. La niña mimada de papá, ahora se había quedado sola con la mamá con la que nunca se había entendido.

***

Con unos años más encima sospechaba que me gustaban las niñas, trataba de rechazar la idea y nunca se lo había aceptado a nadie, pero llevaba varias semanas preguntándome lo mismo cada vez que salía del baño y me miraba al espejo.

Mi primer amor lo encontré a los 13 años, en un cumpleaños. A mi mejor amigo le encantó una niña que nunca habíamos visto, pero le daba pena decirle algo. A mí también me había gustado.

Me acerqué con un lapicero para pedirle el teléfono, diciéndole que le había gustado a alguien y por más que ella me insistió en que le dijera quién era, yo le dije que era un secreto y que cuando la llamara se iba a dar cuenta.

Miraba para todos lados, tratando de pillar quién era, miraba niños por aquí y por allá claramente emocionada. Se reía por el suspenso, lo pensó un momento y de un arrebato decidió escribirlo por detrás de la tarjeta del regalo que nos habían dado.

Mi amigo era un cobarde, hasta se escondió en el baño porque no era capaz ni siquiera de ver. Cuando me preguntó, me quedé con los cuartos y ni siquiera le conté que ya lo tenía. Como es costumbre, el cuartero, el valiente, se queda con el recado.

La pensé toda la noche, toda la semana, no sabía como llamarla, agarraba el teléfono, repicaba una vez, me moría de nervios y colgaba. Afortunadamente en esa época no había identificador de llamadas.

***

Casi un mes después, aburrida porque mi mamá no me dejaba salir y sin encontrar que más hacer, decidí llamarla. Me prometí que esta vez no iba a colgar.

Me sudaban las manos y me temblaban los dedos, repicó, una dos, tres, cuatro veces...

- Aló -con voz de recién levantada-

Me quedé muda, no me salían las palabras y el corazón estaba a punto de estallar.

- Aló aló
- Hola ¿qué más? -se me secó la lengua y me temblaba la voz-

Ni siquiera sabía si era ella, es más miraba el teléfono en la tarjeta y apenas me percate que ni sabía su nombre

- ¿Con quién hablo? -intrigada-
- Hola conmigo -«Ay no, que idiota soy!» pensé-
- No tengo ni idea ¿quién?

Deslicé los dedos para colgar y justo antes de hacerlo...

- ¿Con la amiguita del cumpleaños?
- ¡Si! -respondí emocionada-
- ¡Hola! pensé que ya no me ibas a llamar
- Me daba pena -suspiré profundo y se escuchó por la bocina-
- Vos eras la que estabas llamando y colgaba

Mi vida real oculta a la sociedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora