Dragones, si, dragones.

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-Aunque no parezcan reales, ellos son de carne y hueso, deben suplir sus necesidades básicas de vida animal, tal como alimentarlos, dormir. Con todo y esto, aunque estás necesidades no sean suplidas es casi imposible que mueran de esto, pero puede pasar.

-Los cuidaremos Argus.-dijo Einar mirándolo con seguridad.

-Y ellos cuidaran de ustedes.-le respondió Argus manteniendo la conversación mientras caminábamos.-Tienen un vinculo especial que me costo mucho trabajo forjar, no lo jodan ¿si?

-Tranquilo Argus.-Dijo Colin mientras reía, al igual que todos.

Luego de ahí, pasamos todo ese día con los dragones. Fuimos a volar un rato y el rumor no tardo en esparcirse ya que cuando fue hora de marcharnos un cuervo llegó a mi con una carta en las patas. La carta tenía de sello un tigre bravo con una lanza de oro en el hosico. Rápidamente supe que se trataba del rey Demetrio.

<<Andromeda he decido aceptar esa propuesta de la que hablamos la otra vez, sin el rey de las tierras de fuego, el rey que tiene el mejor ejercito de todos los reinos, tu perderías. Así que piénsalo.>>

-Que idiota ese rey. Nunca me gustó.-dijo Argus arrugando la nariz mientras leía el pedazo de papel.

-Antes de la última guerra todos lo amaban, Argus.-dijo Andrew viéndolo de forma vacilona.

-Yo no. Sabía que sería un loco, su padre era poderosamente feo y eso lo decía todo.-dijo como si fuera la cosa mas obvia del mundo.

Todos nos reímos hasta que escuchamos a uno de los dragones rugir con intensidad, supe que era Bellator y salí corriendo de inmediato. Al llegar afuera nos topamos con la sorpresa de que mi lobo Aquiles y la gran dragona de por lo menos 93 toneladas estaban a punto de pelear. Fui corriendo con el corazón palpitando con fuerza y mis nervios de puntas, me coloqué entre medio de estas dos bestias para evitar una pelea.

Bellator bajó su cabeza y uno de sus ojos se encontró con los míos estando ella muy cerca de mi rostro y sintiendo como su respiración movía mi cabello decidí hablarle .

-Tranquila niña.-Coloque mi mano sobre su nariz. Ella se calmo dejando salir un poco de humo por la nariz y caminó dos pasos atrás.-Aquiles.-lo llamé y verifiqué si estaba bien, al parecer no llegaron a tocarse. Al estar tan cerca de Aquiles me di cuenta de que sus colmillos estaban creciendo mucho, pronto se saldrían de su osico y bajarían hasta su pecho, Aquiles pronto sería adulto.

-Tienes que decirle a Bellator que Aquiles no es una amenaza. Te di la mayor arma de todas hija, debes saber como usarla.-dijo Argus.

Yo ignoré lo que Argus decía ya que eso lo supe desde la primera vez que la vi. En vez de seguir la conversación con él, yo caminé hasta donde la dragona se hallaba y le expliqué que Aquiles no era una amenaza, que al contrario, ella debía proteger Aquiles y el la protegería a ella. "Son familia" le dije.

Unas horas después, cuando todos, incluyendo a los guerreros y los almusukh estaban listos, partimos. Pero antes mandé a Dayron a enviar un mensaje al rey de las tierras de fuego, le dije que seguida llegara hablaría con el. Estaba ansiosa por ver a mi hijo, sabía que me había perdido sus primeras palabras, su primer cumpleaños, pero pronto mamá y papá volverían para estar con el. Los dragones volaban y jugaban mientras nosotros caminábamos para llegar a Nación Fuego. Este fue un viaje mas largo que él anterior ya que llevábamos a muchas mas personas.

17 días y 16 noches duró este viaje pero al llegar lo primero que hice fue ir hacia donde mi hijo Enzo y sus pequeños tíos quienes nos recibieron de una forma hermosa, celebramos con una pequeña fiesta y luego le presentamos los dragones al pueblo. Ellos se asustaron, no querían tocarlos, o estar muy cerca de ellos, era lo mas lógico pero les demostré que no les harían daño y los protegerían y todos se tranquilizaron un poco aunque seguían atentos y los niños alejados (como es debidamente correcto). Ese día decidimos pasarla todos juntos, en familia. Los niños conocieron a mi padre, Argus, con quien se llevaron muy bien de inmediato, era lógico, el decía muchas locuras y hacía reír a los pequeños.

AmbroseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora