Medula Espinal

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- Este mundo es un reflejo de nosotros mismos. Las peleas, las guerras que parecen interminables, todo se refleja mas en el que en nosotros.-hablaba con voz cansada Andrew-Esta vida no te enseña a ser fuerte, te obliga hacerlo, porque vivimos en un mundo donde el mas fuerte gana y el débil muere.-bufó- Y para la mala suerte, todos luchamos por la vida, por aferrarnos a eso que resulta ser tan valioso y nadie quiere perder. No había conocido a alguien quien no se aferrara tanto a ella hasta ese día. El quería morir y yo no podía entenderlo, pero me di cuenta que el era débil. Un débil que sobrevivió y eso me enseño que no siempre es el fuerte quien gana.-su voz se hacía más cansada, más pesada.- A veces el mundo se encarga de que así sea. Porque todos llegamos a ser débiles en algún momento y sin saberlo yo lo fui por muchos años. " El torturador profesional" no era un sobrenombre encantador pero eso me hacía ver fuerte, intimidante. Torturé a ese hombre por tres días hasta que decidió dar la información necesaria, todos cometimos errores dicen, pero lo peor es que el mío yo no lo considero como uno. Si no hubiera cometido ese "error" no habría conocido a la persona mas importante en mi vida hoy día. "Ella es imparable" fue lo primero que pensé al verla entrenar. " Es tan hermosa " fue la segunda y la tercera fue "debo alejarme". Sabía de algún modo que si me acercaba a ella la lastimaría, es lo que siempre lograba, así que solo me fui...-tomo unos segundos de silencio-pero la volví a ver. Esta vez mucho mas lejos. En el palacio, donde querían que la torturara pero no pude. Por primera vez me había resistido a una orden directa de la reina. Pero pensar en solo lastimar uno de sus cabellos negros me llenaba de rabia. -Contaba Andrew distrayendonos.

-Y así te conocí. En una silla, amarrada y destinada a morir.-comenté

-No, no era así. No estabas destinada a morir, el destino jugó bien sus cartas.-me miró a los ojos con cierta pesadez.-Luego decidí irme de ese lugar donde no causaba mas que daños y tratar de comenzar una nueva vida, en la aldea donde tu vivías con Alcander pero luego de dos año de vivir pacíficamente me metí con el tipo equivocado en un momento equivocado y todo se salió de control.-se protestaba a si mismo, se le notaba en la voz, su dolor-Tu te echaste la culpa, Alcander murió y aquí estamos. Sin saber que hacer o decir solo contando historias del pasado.-volvio a mirarme.-Quiero decir que no puedo estar sin ti princesa porque sin ti no sería yo y estaría perdido. Sin ti no soy nadie, en lo absoluto.

-No te aferres a el pasado... - comenzaba hablar pero escucharon unos pasos aproximándose, cuando mis ojos se encontraron con un hombre quien tenía mi espada.

¿Porque rayos tiene mi espada?

-El Kan desea hablar contigo ojos blancos.-habló aquel hombre.

-¿Ojos que?-modo ofendida activado.-No me vuelvas a llamar así.-le ordené con rabia mientras este abría la celda en la que me encontraba y al intentar tomar mi espada me esposó y preguntó.

-¿Necesitas otro golpe niña?-dijo acercando su asqueroso rostro sucio a mi cuello desnudo.

-Solo inténtalo y seguida que salga de aquí te descuartizo.- dijo Colin interrumpiendo a el guardia mientras se acercaba a nosotros desde las rejas.

-Seguro.-dijo el guardia alejándose de los chicos, ignorando totalmente el comentario de Colin y llevándome a la habitación del trono real.

-Andromeda querida, toma asiento. -me dijo el Kan mostrando su mano abierta hacia una silla no muy lejos de él. A lo cual me decidí quedar parada pero el guardia me empujo hacia la silla para que me sentara.-Trato de tener una conversación civilizada, querida.

AmbroseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora