Hicimos una caminata de cuatro días más y mientras caminábamos pude ir notando lo mal que estaban las tierras de fuego. En los caminos habían hombres degollados como "advertencia". También llegamos a ver niños desollados, otros clavados en estacas, a cada milla que dábamos había otro cuerpo. Le ordené a mis hombres que los bajarán y enteraran, todos merecen una muerte digna. Calistos y Colin me dijeron que era una mala idea pero aún así lo hice, ellos deben descansar también.
En cada aldea ayudé a tanta gente como pude y me gané la confianza de cada uno de ellos, no lo hacía por mero reconocimiento, sino porque también me apetecía, he estado en su posición y sé qué hay cosas que hacen falta y a veces no tienes modo de hacer por ti mismo. Y tanta fue aquella confianza brindada que algunos decidieron venir conmigo. "Con cada parada te van tomando más cariño" me llegó a decir Calistos mientras caminábamos. La pobreza inundaba todo lo que se podría llamar "Nación Fuego"
Al cuarto día, al fin llegamos a el castillo.
Como era de esperar, en la entrada y en todos los muros habían guerreros armados, también habían cabezas en estacas creo que también lo usaba como advertencia, de verdad estaba demente. Al llegar a la puerta Calistos fue el que habló.
-Abran las puertas.-ordenó y los guerreros ahí parados le hicieron caso.- Sólo pasarán ustedes cinco.-dijo apuntándome a mi, a Colín, Andrew, Einar y Alaric.- Los demás esperarán afuera.
-Que nadie se mueva. Todos deben esperar aquí.-ordené firme antes de entrar observando a mi alrededor.
Cuando entré al castillo todo era peor de lo que imaginaba. Seguida entrabas había un gran...como llamarlo..."jardín" de cabezas clavadas en estacas. No me atreví a preguntar pero como quiera Calistos nos explicó.
-Esas cabezas son de todos los que le faltaron el respeto al rey o simplemente personas de las que el se quería deshacer, por que según el rey, las tierras de fuego están sobrepobladas.
En la entrada del castillo habían dos personas desolladas, se encontraban de cabeza, atados a una estaca de madera y aún movían sus extremidades.
-Ellos están ahí por traición, están así como advertencia...-decía Calistos antes de que abrieran las puertas para entrar a el castillo. Yo tomé un suspiro, estaba asustada claramente, mi corazón latía rápidamente y fue inevitable en ese momento pensar en regresarme y hacerlo todo por mi propia cuenta, pero no podía, mi pueblo esperaba que hiciera lo mejor para ellos y para los nuestros en el miramidones.
En cuanto las puertas abrieron pude ver el piso de mármol, las paredes de oro con diseños hermosos, caminamos por unos cuantos pasillos en los que se podía ver pinturas de reyes y reinas antiguas, también habían cabezas de animales, grandes pedazos de tela con un tigre sosteniendo una lanza dibujado en ellas, el tigre bravo es su escudo y bandera.
Al final de un pasillo habían unas grandes puertas de metal, en ellas había un grabado de un tigre bravo y una lanza a su lado. Llegamos a ellas y las abrieron, ahí nos encontramos con el rey Demetrio en su trono. El más grande trono que había visto a lo largo de toda mi travesía. Este trono estaba hecho de huesos pintados de blanco. Uno encima del otro formando un gran trono de huesos.
-Mi rey.-dijo Calistos e hizo una reverencia arrodillándose.
El rey Demetrio era aún más alto de lo que imaginaba, tenía el cabello hasta el hombro y de un color dorado que lo hacía ver magnífico. En su cabeza tenía una corona de oro y huesos, con pequeños diamantes alrededor de toda la corona. Demetrio vestía con una camisa y pantalón de cuero negro con detalles en oro, encima de este había una capa de piel de yena, lo que le daba un toque escalofriante y adinerado.
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Ambrose
General FictionAño 2994. Andromeda Doskas, solo una niña en un mundo de reyes. Naciones y clanes divididos por lo historico, enfermedades misteriosas, piratas, salvajes, animales prehistoricos, criaturas mitológicas, mutaciones geneticas que todos pensabamos impos...