CAPÍTULO XI

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Para cuando el Sol se atrevió a brillar la mañana siguiente, aquella serie de imágenes traumáticas seguían grabadas en la mente del menor. Pero no dejaría que algo tan aparentemente inocente como aquel sueño recurrente empañara aquellos momentos que podía pasar a solas con su amante.

Poco rato después el CEO también se despertó como si tal cosa. Como si lo de anoche nunca hubiese pasado. Así, ambos se ducharon, por fin en la misma ducha, desayunaron sin prisa y se dirigieron al trabajo. Pasaban las horas sin nada notable y, como siempre, cuando llegó la hora de comer Plan optó por acompañar al equipo de diseño. Naty y Nao ponían bastante fácil eso de buscar tema de conversación, por lo que el ambiente resultaba ameno y animado.

Pero durante una de esas charlas pudo ver por el rabillo del ojo como Mean se acercaba a aquella sala. Emocionado, dirigió su completa mirada hacia él, pero no iba solo. A su lado pudo reconocer la figura de un hombre que, aunque solo vio una vez en su vida, nunca se le olvidará: Khan, el exnovio del CEO.

Sin mediar palabra, ambos magnates se sentaron solos en una mesa algo más apartada de la que se encontraba el joven, creando desconcierto y tristeza, que pronto se transformaron en molestia dentro de la mente de Plan. Indignado, recogió su comida y se fue, intentando crear algún tipo de reacción en el mayor, sin éxito, pues el CEO apenas se percataba de gran cosa al estar enfrascado en la conversación con aquel hombre.

Mean disfrutaba de una agradable conversación con el que fue su segundo, sí, segundo amor. Esta no trascendía más allá que de temas banales. Khan no dejaba de comentarle cómo a su padre le iba bien en el negocio de los automóviles, cómo la sucursal de Tailandia daba sus frutos y que él sería quien se encargara de dirigirla en persona.

―Perdona, estoy hablando solo yo ―se disculpó Khan―. ¿Qué es de tu vida? Hace mucho que no nos vemos ―sonrió.

―Pues no me va mal ―Mean se encogió de hombros―. La relación con mis padres sigue bien, como ves, el negocio cada vez va mejor y apenas me tengo que preocupar por nada.

De pronto, un silencio invadió a ambos individuos.

―Khan ―llamó el CEO―, tengo que decirte algo ―sentenció. El otro se limitó a mirarle con curiosidad―. Le he encontrado ―sonrió.

―Pero ¿cómo? ―Khan no salía de su asombro.

―No sabría decirte cómo ―admitió―, pero después de tanto tiempo por fin he dado con él. Ahora trabaja conmigo.

―¿Yo le he visto? ¿Quién es? ―se interesó. Aunque compartido, el conocimiento que tenía Khan acerca del joven secretario era escaso.

―Sí ―asintió―. Es mi ayudante.

―Sabía que lo encontrarías... ―sonrió de lado―. Tú nunca te rindes, ¿eh? ―rió nerviosamente.

―No lo sabes tú bien ―le siguió la broma el CEO.

―Pero, Mean, yo también te quiero decir algo... ―admitió―. Si he venido hasta Bangkok no es solo porque me vaya a encargar de la sucursal de la empresa... Si te digo la verdad, no he sido capaz de olvidarme de todo lo que pasamos y tengo intención de retomar nuestra relación...

En shock, Mean se quedó muy quieto, sin articular palabra. Cuando reunió el valor necesario, decidió hablar.

―Khan... te agradezco que hayas guardado tales sentimientos hacia mí durante todo este tiempo, pero no puedo corresponderte de nuevo. Ahora estoy saliendo con Plan y no he sido más feliz en toda mi vida. Sabes perfectamente que le he buscado a lo largo y ancho de este mundo sin rendirme para poder darle todo el amor que le tenía reservado...

La historia del MeanPlan que no te quisieron contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora