CAPÍTULO V

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Tras una tormentosa noche marcada por el insomnio Plan se levantó como pudo de la cama, aseándose y poniendo rumbo a la oficina.

―Plan, cariño, ¿estás bien? No has bajado a cenar...

―Sí. Estoy perfectamente. Es solo que estoy cansado...

―Cielo, si ha pasado algo en el trabajo me lo puedes contar. Yo estoy aquí para tí.

Aquel flashback de la noche anterior le hizo sentir más seguro al saber que su madre siempre estaría ahí para apoyarle. Cuando llegó a la oficina pudo ver cómo el jefe ya estaba con las manos en la masa, de aquí para allá realizando llamadas, trabajando con el ordenador, etc. No requirió su presencia en toda la mañana salvo para pasarle según que llamadas de importancia internacional.

Plan podía notar perfectamente que la actitud de su jefe ya no era la misma. Aquel brillo que tenía en sus ojos ya no estaba por ninguna parte. Rato después el ayudante se encontraba en el almacén buscando unos planos, los cuales encontró con rapidez. A todo aquello, aprovechando el lugar, decidió llevar a cabo un plan improvisado.

―¿Qué pasa? ―se oyó al otro lado de la línea la voz de alguien molesto.

―Jefe, siento decirle que no encuentro el informe por ningún lado... Necesito que venga a ayudarme.

―¿No te puede ayudar otro? Estoy seguro de que sí ―intentó escaquearse.

―Lo siento, señor. Creo que solo usted puede ayudarme ―insistió.

Rato después Plan pudo oír cómo se acercaba alguien. Con el corazón desbocado observó cómo se trataba del CEO, quien se acercó a él con indiferencia y empezó a buscar con insistencia el informe.

―Es muy raro... ―murmuró―. Tal vez se los debe haber llevado alguien...

Segundos después Plan sacó el informe de detrás de su espalda, lo que confundió al mayor.

―¡Pero si los tienes tú! ¿¡Entonces para qué....!?

Antes de acabar la frase, Plan vio su oportunidad para llevar a cabo su plan fuera como fuese. Segundos después, el mayor se encontró acorralado por los brazos de su joven ayudante, quién empezó a besarle como loco. Por aquí y por allá, llenando su cara y cuello de pequeños y frenéticos besos sin pararse a respirar. Cuando llegó a la boca prefirió no dejar nada sin explorar, empleando su lengua para ello. El CEO, sin pensárselo dos veces, le correspondió, agarrándole por la espalda y juntándole a él. Poco a poco el ambiente se fue caldeando, inundándose de pasión y deseo.

―Jefe, lo que le dije ayer... ―empezó a hablar en cuanto pudo coger algo de aliento―. Lo de que le seguí el juego por miedo a ser despedido... era mentira... ―se sinceró―. Últimamente me siento muy raro y no sé por qué es... Tengo muchos sentimientos mezclados y no sé qué hacer... ―siguió hablando con un nudo en la garganta que de vez en cuando le hacía bajar el tono de voz―. Lo siento.

Aquello formó una sonrisa en la cara del CEO. Una sonrisa llena de dulzura y cariño.

―No te preocupes... ―le acarició la mejilla para luego atraerlo hacia sí mismo y abrazarle con cuidado. Plan le correspondió con ojos llorosos mientras se fundía en el calor de ese abrazo sin querer soltarlo.

―Lo siento mucho... ―rompió el silencio que se había creado―. Nunca había tenido tantos sentimientos juntos y me está abrumando demasiado ―siguió explicando―. Nunca he sabido lo que era el amor romántico y creo que descubrirlo ahora me sobrepasa Por ello me cuesta corresponderle. Por favor, le pido que tenga paciencia...

―No te apures. Te esperaré ―le tranquilizó con una sonrisa tierna y sincera.

―Pero jefe, tengo que saberlo: ¿desde cuándo siente eso por mí?¿Fue algo a primera vista?―preguntó. Era raro que su superior hubiese desarrollado unos sentimientos tan fuertes en tan poco tiempo.

La historia del MeanPlan que no te quisieron contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora