Cuando el Sol por fin salió la semana siguiente, la pareja, con poca gana, se levantó de la cama. Las pesadillas le jugaron la peor de las pasadas a Plan y era evidente que toda su energía había desaparecido.
Tras arreglarse y asearse, Plan realmente en su corazón deseó que el equipo se hubiese olvidado del incidente de la pasada noche, pero muy en el fondo, al observar las miradas que le echaban unos y otros conforme iba adentrándose en el comedor para desayunar, sabía que no era así.
Además, para su desgracia, no contaba con el apoyo moral ni presencial de su amante, quien se encontraba desayunando con la jefa del equipo de diseño mientras charlaban animadamente. El joven ayudante no puedo evitar embobarse, mirándolos desde lejos, cuando pronto se percató de una presencia a su lado.
―Eh, Plan ―lo saludó Nao.
Plan no respondió.
―Oye, sobre lo de ayer sabes que me puedes contar lo que sea, ¿verdad?
Él solo asintió. No quería hablar del tema.
―Veo que no estás muy hablador... Espero que te animes con los juegos.
―¿Juegos? ―el chico por fin habló.
―Sí. Actividades y ese tipo de chorradas para fomentar el trabajo en equipo. Ya sabes. Pero si estamos en el mismo equipo, puede que sea hasta divertido ―dejó caer con tono insinuante.
Un escalofrío recorrió su columna. Pero, tal y como dijo Nao, al cabo de una hora todos los trabajadores estaban dispuestos en la zona exterior del hotel.
―Muy bien, escuchad ―alzó la voz Naty, situándose delante de toda la plantilla―: os dividiremos en dos grupos, en los cuales vais a permanecer durante una serie de pruebas para comprobar vuestro trabajo en equipo.
Todos se miraron entre ellos. En aquella empresa, por muy eficientes y trabajadores que fuesen todos, el trabajo en equipo no abundaba, precisamente.
―Pero además ―continuó―, para incentivar vuestro compañerismo, el equipo ganador será recompensado con una cena de lujo con todos los gastos pagados. Mientras, el equipo perdedor simplemente se conformará con una cena de lo más básica.
De pronto en ambiente se volvió ajetreado. Unos y otros comentaban con cuchicheos cómo hacerse con aquel premio.
Poco después los grupos ya se habían formado y, para su desgracia, Plan se encontró que Nao formaba parte del suyo. Aunque la buena noticia era que Mean también.
―Vaya, qué raro que el jefe se haya dignado a participar ―comentó Nao entre susurros―. Aunque estando él en nuestro equipo, no podemos fallar, ¿no?
Craso error. En todas y cada una de las pruebas, ya fuese fútbol, baloncesto, carreras de relevos... la victoria siempre era para el equipo contrario. Pero en cada juego había un componente que a Mean no le acababa de gustar: Nao se tomaba demasiadas confianzas. Siempre se le podía ver pegado a Plan, intentando realizar algún movimiento que le acercase más a él. Aun así, confiando en la palabra de su pareja, intentó dejarlo pasar.
Agotados y con la moral por los suelos, tras unas pruebas que duraron prácticamente todo el día salvo por una pequeña pausa para el almuerzo, el equipo perdedor se dispuso a cenar sin más lujos que el mobiliario y los cubiertos.
Pero, a pesar de la derrota, en aquella extensa mesa que todos compartían, se respiraba un compañerismo que Plan no había notado desde que llegó allí. La velada resultó ser bastante amena ―si no fuese por Nao y sus intentos por conocer más a Plan― y poco a poco cada uno se fue dirigiendo a su habitación para hacer frente a un nuevo día en unas pocas horas.
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La historia del MeanPlan que no te quisieron contar
RomanceSINOPSIS: Uno de los más guapos y jóvenes CEOs de Tailandia (Mean Phiravich) decide que es la hora de contratar a un secretario. Plan Rathavit es un alumno en prácticas que busca trabajo. Lo que no se imagina es el trabajo extra que le espera co...