CAPÍTULO VI

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Durante la jornada laboral nada estuvo fuera de lo normal. Plan solo se dedicó a lo suyo, como recoger informes para entregarlos al equipo de Naty para poder terminar de desarrollar una nueva app o pasarle llamadas al CEO, todas de muy variada procedencia. Podía ser tanto una llamada de alguno de los departamentos del edificio como podía ser de China, EEUU o incluso España.

Ya algo más calmado el ambiente, el joven ayudante dirigió la mirada hacia el despacho del CEO. Solo pretendía echar una mirada para volver a verle la cara a aquel que casi se convierte en su primer hombre. Aquel con el que hacía unas horas estaba a punto de perder la virginidad si no hubiese sido por aquella «oportuna» interrupción. Solo de pensarlo, a Plan se le salía el corazón del pecho. Todavía quedaban dentro de él estragos de los sentimientos de esta mañana. Miedo, preocupación, admiración, duda, pero sobre todo, mucha excitación y felicidad.

Mientras el joven seguía sumido en sus pensamientos, Mean se percató de que alguien tenía su mirada clavada en él. Al saber que era su ayudante no se le ocurrió hacer otra cosa sino provocarle un poco más. Haciendo uso de su increíble físico y elegancia, el empresario se desabrochó uno de los botones de la camisa lenta y provocativamente, sin apartar la mirada del otro, quien no podía dejar de mirar. Siguiendo con su juego, el mayor empezó a moverse por la sala mientras se aseguraba de mantener la atención de aquel que se encontraba al otro lado de la puerta, realizando poses de muy diverso tipo, pero todas con gran sensualidad y gracilidad.

Aquellas imágenes inundaban los sentidos de Plan, quien intentaba disimular todo lo posible su «excitación» mientras su imaginación creaba mil y una imágenes, todas de índole erótica. En ese momento en lo único en lo que podía pensar era en entrar ahí, bajar todas y cada una de las persianas del despacho y acabar lo que empezaron aquella mañana, aun cuando sabía perfectamente que debía mantener la compostura.

Ya algo más calmado, pudo atender la llamada de su jefe, quien decidió mandarle a su despacho a entregarle algún que otro informe. Situado delante suya pudo ver como el CEO no le quitaba ojo.

―¿Me puedo retirar ya? ―preguntó con timidez, evitando aquella mirada tan penetrante.

―No. Espera un momento ―respondió tajante el otro al tiempo que se levantaba de su silla para acercarse al joven―. ¿Cómo te sientes con tu nuevo trabajo? ¿Estás cómodo? ―se interesó.

―Sí, por supuesto. Están siendo todos muy agradables conmigo. Aunque hay bastante ajetreo, sobre todo durante mis primeros días. Pero me gusta mucho trabajar aquí.

Sin mediar palabra el CEO terminó por situarse detrás del joven para posicionar sus manos por completo sobre los pectorales del otro sin ningún pudor. Ante ese ataque sorpresa Plan no pudo evitar soltar algunos de esos gemidos que no pudo soltar por la mañana. El mayor, al oírle, le tapó la boca con la mano.

―Shh... Tienes que aprender a controlarte si no quieres que nos descubran ―susurró.

Tras aquella advertencia, el CEO se dirigió a bajar todas las persianas del despacho para mayor discreción, lo que hizo que a Plan le dieran escalofríos al imaginar lo que se avecinaba. De nuevo, el mayor se situó detrás para empezar con su ataque, comenzando a besarle el cuello, dejando de vez en cuando pequeñas marcas para ir subiendo poco a poco hacia la mandíbula hasta llegar a la comisura del labio, besándola para mayor excitación del menor.

Plan, sin poder resistir más aquella invitación, ladeó su cuerpo, alargando sus brazos hasta llegar al cuello de su jefe para adoptar una postura más cómoda, comenzando a besarle con pasión, dejándose llevar mientras su lengua exploraba la boca del mayor. Ante aquella iniciativa, Mean le ladeó del todo, agarrándole de los muslos para pegarle más a él, creando que este se agarrase cual koala mientras el otro les lideraba hacia su mesa.

La historia del MeanPlan que no te quisieron contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora