Saliendo de aquella mansión a la mañana siguiente, parecía que alguien tenía demasiada prisa por aclarar las cosas y satisfacer su curiosidad.
―¿Diga? ―alguien respondió al teléfono.
―¿Plan? Plan, soy yo, Star.
―¿Hermana Star? ¿Cómo tienes mi nú...?
―Dejemos las preguntas obvias para luego, querido. Nos vemos en 20 minutos en el centro comercial de ayer. Y no le digas nada a mi hermano, ¿vale? ¡Gracias!
Sin darle tiempo a nada, Plan oyó como la que estaba al otro lado del teléfono cortó la comunicación. Todavía algo aturdido, dio gracias a que seguía de vacaciones. Esas pequeñas vacaciones que el jefe dio a los empleados tras el viaje de empresa. Menos mal.
Aunque su mente aún luchaba sobre si informar a su amante o no sobre aquel encuentro secreto, el cuerpo de Plan ya se estaba dirigiendo para allá, intentando no perderse de nuevo.
Para cuando llegó, Star ya se encontraba ahí, hablando por teléfono. Al observarla de lejos pudo ver cuánta elegancia podía albergar una sola persona, aunque el dinero también ayudaba a que esa elegancia viese la luz. Mientras, él se vistió todo lo formal que pudo pero supo que jamás podría llegar a tal nivel.
Una vez la chica hubo terminado de hablar por teléfono, el joven becario de dio un ligero toque en el hombro desde atrás. Nada más girarse, su cara se iluminó por completo.
―¡Plan, cariño! ¡Hola! ―le abrazó con gran afecto―. ¡¿Pero cómo puedes ser tan adorable?! ¡Mira que mofletes! ¡Y que ojazos! ―la emoción sobrepasó a Star, quien no dejaba de estirarle los mofletes y de tocarle toda la cara―. ¡No me extraña que mi hermano esté tan enamorado de tí!
Aquella mujer era realmente ruidosa, pero Plan no dejó de verle el lado divertido. Siguió pensando que Star era realmente genial.
Una vez ya calmada, Star le explicó el motivo de aquel encuentro clandestino exprés.
―Bueno, si te he citado aquí es porque quería conocer algo más sobre tí ―confesó con tono de pelis de misterio para darle mayor dramatismo―. Y para que me ayudes a elegir los regalos de los invitados, ya que estamos ―pero ese tono pasó a uno dulce en cuestión de segundos.
Plan ya no podía negarse a ello. Debió huir cuando tuvo oportunidad.
Yendo de tienda en tienda, acabaron en una joyería, en donde encontraron los regalos que Star consideró los perfectos: para las mujeres optó por un broche para el pelo cuidadosamente decorado con cristales de Swarovski, mientras que para los hombres eligió un reloj que tampoco se quedaba muy atrás.
―Hermana Star... ¿no será muy caro...? ―Plan expresó su preocupación.
―Tonterías, cariño. Una solo se casa por primera vez una vez en la vida y hay que aprovechar. Además, no andamos cortos de dinero, precisamente ―sonrió la joven.
Es verdad, ¿en qué estaría pensando? No era por los problemas económicos de esa familia por los que debía preocuparse, sino por los suyos.
―Ahora viene lo mejor ―sonrió Star―. Tengo tantas preguntas...
Tras las compras, ambos jóvenes acabaron en una elegante cafetería repleta de manjares como deliciosas tartas.
―Dime, Plan... ¿cuándo conociste a mi hermano? ¿Y cuándo empezásteis a salir? ¿Quién se declaró primero? ¿Al principio era mútuo? ¿Y cómo fue vuestro primer beso?
Todas aquellas preguntas comenzaron a inundar la mente de Plan. Intentó contestarlas una a una como pudo, pero conforme fue hablando se fue percatando de muchas cosas.
―...pero sí que es verdad que, cuando le conocí por primera vez en la entrevista de trabajo no sentí... no sentí como si debiese tener miedo de él... ―empezó a divagar―. Al contrario... sentí como... como si entre nosotros ya hubiese un vínculo... Puede que no me creas, hermana Star... pero si hubiese sido otro el que me hubiese tratado como Mean lo hizo al principio, yo... yo no estaría en esa empresa... Incluso si hubiese querido irme... algo me lo impide... Pero según voy pasando tiempo con él, siento que esa conexión se hace más fuerte...
Star escuchaba al contrario con gran atención y ternura mientras notaba una gran satisfacción en su interior solo con aquellas palabras. Pero cuando Plan calló, fue como si el mundo entero callase, creando un gran silencio entre ambos.
―Bueno... ―ella rompió el silencio―, si hay algo que te puedo asegurar, es que Mean se sintió igual aquel día. Y no puedes imaginar todo lo que te ama. De verdad lo digo.
En el poco tiempo que la conocía, apenas dos días, Star no fallaba a la hora de dejar perplejo al joven con sus palabras, pero aquellas realmente hicieron mella en él.
―Ya va siendo hora de ir a casa, ¿no crees? Yo te acerco ―la joven sonrió amablemente, dejando ver el deseo que tenía de aceptar a Plan como parte de su familia.
El chófer llevó al becario sin ningún incidente a casa. Después, tras cenar en compañía de su madre y asearse un poco, nada más rozar la cama, miles de pensamientos empezaron a agolparse en su mente.
El tono de Star parecía completamente sincero. No eran palabras dichas al azar con la intención de alimentar una fantasía que solo se quedaría en eso: una fantasía.
Según iba recordando aquellas palabras, unas lágrimas empezaron a recorrer su rostro sin que pudiese hacer nada para pararlas. Pero aquella vez no era tristeza lo que dominaba su corazón y sus lágrimas. Era felicidad. Felicidad de saber que realmente aquel amor era correspondido. Felicidad de haber encontrado a alguien como Mean. Felicidad de poder contar con él. Felicidad.
ESTÁS LEYENDO
La historia del MeanPlan que no te quisieron contar
RomantizmSINOPSIS: Uno de los más guapos y jóvenes CEOs de Tailandia (Mean Phiravich) decide que es la hora de contratar a un secretario. Plan Rathavit es un alumno en prácticas que busca trabajo. Lo que no se imagina es el trabajo extra que le espera co...