CAPÍTULO 23. MIEDO A ENAMORARME

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Las cosas han sucedido tan rápido que aún no puedo procesar cómo diablos se liberó Kenneth y mi mente parece haberse ido de viaje a otro lugar.

¿Será que cuando él me toca me olvido de todo?

La respuesta es simple.

Cuando él me pone un dedo encima no existe nada más en este jodido momento para mí y también a Kenneth le sucede lo mismo conmigo. Todo es tan intenso entre nosotros que nos consume por completo. Nuestros cuerpos hacen combustión una vez que nos tenemos frente a frente.

Kenneth hace pequeños circulitos sobre mis hombros lo que me hace desear que aquellos dedos bajen un poco más hasta que lleguen a mi vulva. Aquí y donde sea que él esté me convierto en una descarada.

Le necesito tanto que ya no puedo negar esa mística conexión que ambos tenemos cuando entramos a una habitación o lugar. Pensar en el sexo con otro hombre ya es más que simplemente aburrido y la idea de que otro tipo esté sobre mí me enferma.

Es lo que Kenneth ha provocado desde que nos acostamos la primera vez y las otras veces que siguieron después. Él ha llegado a tocar partes no solo físicas sino emocionales que le hacen muy importante para mí.

Por eso es que me niego a dejarlo ir.

— ¿Lista para ser castigada, cielo? —Su voz es ronca por la excitación que siente por mí y no puedo decir que no lo siento porque sería una vil mentira. Mi mente está librando una lucha interna entre dejar que lo haga y luchar como la dómina que soy para no dejar que me toque ni un cabello. Odio sentirme de esta manera en sus brazos. Kenneth esboza una sonrisa encantadora al ver como estoy librando esa batalla interna—. No lo pienses tanto, nena. Además, la última vez que tuve el control no hubo ninguna queja de tu parte. ¿O sí? —Intenta hacerme ver la supuesta realidad.

Si deja de hablar un poco sería el hombre perfecto, pero no, los hombres tienen a decir cualquier cosa durante las relaciones sexuales y no se ponen a pensar que cualquier palabra que salga de sus labios podemos utilizarla en su contra en un futuro. Kenneth siempre es el mismo ahora en la habitación y fuera de ella. Un hombre que toma lo que quiere cuando lo desea y de la forma que sea. No importa cuánto tiempo le lleve siempre lo consigue.

En eso también somos tan parecidos. Me sorprende que en alguno de esos viajes de negocios que Kenneth hace no hubiéramos coincidido en cruzarnos por lo menos una sola vez. Puede que en ese momento ninguno de los dos estuviera prestando la suficiente atención en el entorno porque de lo contrario nuestros cuerpos se llamarían entre sí.

Una parte de mí sigue sin querer hacer esto, pero la otra me dice a gritos que me entregue sin reservas.

La mano de mi sexy jefe sigue descendiendo hasta colocarse en medio de mis piernas. Quiere provocarme, pero no lo va a conseguir tan fácil. Cuándo me propongo algo lo consigo igual que él. Por eso tenemos diferencias y terminamos discutiendo por cualquier estupidez o puede que sea la que inicie las peleas y él termine cayendo en la provocación.

Es tu igual, Amunett. Tenías que conocer a un hombre que sea capaz de rivalizar contigo y tu carácter de mierda, me recuerdo.

Esas palabras no me hacen sentir menos tranquila que antes.

— ¿Y si me rehúso? —Hablo altanera. Cierro las piernas dejando atrapada su mano entre ellas. Kenneth parece que no tiene ningún problema con eso porque el hijo de puta sigue masajeándome como puede. ¡Resiste, Amunett! Carajo. Creo que voy a caer en mi propia trampa. Tomo una respiración profunda y eso ayuda a calmar un poco mi caliente cabeza —. ¿Piensas que unas simples caricias me van a volver loca y voy a pedirte que me folles, Evanshen?

DOMINANTE SEDUCCIÓN ||AMOS OSCUROS #1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora