DOMINANTE SEDUCCIÓN ||AMOS OSCUROS #1||

CAPÍTULO 8. JUEGOS PELIGROSOS

La noche estrellada nos daba la bienvenida al paraíso tropical que es Hawái. Iván y Theo estaban emocionados por estar aquí y no les importa que solo sea por una reunión de negocios. Los tres vamos a disfrutar al máximo este viaje.

Una pregunta ronda mi mente desde que abordamos el avión. ¿Cómo esta Kenneth en este momento? Tal vez me extraña o puede que está disfrutando la compañía de otra mujer en el club. Los celos invaden en mí cuerpo. Es la primera vez que siento como se hacen presentes y llego a la conclusión que los odio.

Busco mi celular para hacer una llamada a Kenneth. Necesito saber que él no está con otra mujer que no sea yo o juro que lo va a pasar mal en cuanto llegue a New York. Aun no comprendo porque necesito tenerlo bajo mi completo dominio.

— ¿Vienes o te quedas? —pregunta Iván. Es una pregunta tan estúpida que me hace arquear una ceja. Sabe perfectamente que no puedo quedarme en el aeropuerto. En el avión encontramos una manera de llevarnos mejor o al menos ya no me cae tan mal como cuando lo vi la primera vez en el elevador. Sigue siendo un completo imbécil de eso no hay duda—. Puedo llevarte cargando. Si deseas eso, Amunett, sólo debes pedirlo con amabilidad.

Idiota.

Ruedo los ojos y él ríe de mi gesto.

—Eso jamás va a pasar, Iván. Me tocas un cabello y te dejo sin hijos. ¿Está claro? —Su mirada se transforma en una más brillante y divertida. Le gustan los retos. Ahora veo el parecido con hermano Kenneth y creo que me cae mejor—. Ni se te ocurra hacerlo, Evanshen. La última vez que nos enfrentamos estabas de rodillas llorando del dolor y nada me gustaría que volverlo a hacer, pero por respeto a tu hermano no voy a hacer.

Recuerdo ese día en todo momento. Está marcado con fuego en mi cuerpo y alma. Ahora recuerdo ver a uno de los dos follando con mi mejor amiga al final del corredor de la barra. Tengo que salir de dudas si era él o Kenneth. La curiosidad me está quemando por dentro y puede tal vez que sea una tonta por hacer ese tipo de preguntas, pero necesito saber la verdad.

—Estaba desprevenido. Eso no va a volver a pasar —responde serio.

—Sí, claro. Ese día uno de ustedes estaba con Annie. ¿Eras tú o Kenneth? —Se está tardando en contestar porque se divierte con hacerme perder la compostura.

Aunque las Amas pueden controlar sus arrebatos de ira también somos como todas las mujeres que pierden de vez en cuando los estribos.

Las dudas trepan por mi cuerpo amenazando con salir. Ser paciente aun no es mi mayor fortaleza por lo que tengo que seguir intentando no caer ante las mínimas provocaciones. Estoy a punto de sufrir un ataque de ansiedad, pero respiro para tranquilizarme y parece funcionar con eficacia.

—No te lo voy a decir, cariño. Esa es mi venganza, rubia, por todos los malos momentos que me haces pasar —agrega y me guiña el ojo.

Theo me mira entre divertido y preocupado. No puedo negarle a él los sentimientos que tengo por mi jefe o que al menos estoy teniendo desde la noche de la gala e inclusive pueda ser desde que nos vimos por primera vez en las catacumbas. Tengo una ligera sospecha que Kenneth y el extraño hombre de la máscara son las mismas personas, pero debo estar completamente segura.

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El taxi nos lleva al hotel Luna de oro. Uno de los muchos negocios de mi padre. Fabiola Armaid, gerente del hotel es una chica esbelta y guapa. Al principio nos teníamos odio. Era una contienda a muerte por la atención de mis padres y ella buscaba que los dueños apreciaran su trabajo, pero su pequeña bestia se metía en cualquier problema a su alcance. Tenían que vigilarme las veinticuatro horas por los siete días de la semana.